Pronunciado: El 3 de noviembre de 1970.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 1 de
febrero de 2016.
Nada tienen que ver los Andes con Sierra Maestra ni los problemas específicos de Chile con los de Cuba. Entre La Habana y Santiago existe la misma enorme diferencia que entre un pueblo que hace una revolución para crearse un ser nacional independiente y un país vinculado a 130 años de vida parlamentaria en la paz. O para expresarlo en las literales palabras del Presidente Salvador Allende: Los Andes serán una Sierra Maestra, fueron palabras de Castro y no mías. Y: No seré ‘puente’ entre Castro y los Estados Unidos. Mi límite y mi problema, confundidos, son sólo uno: Chile.
Vivimos con la tranquilidad y el buen ánimo de quien está decidido a todo -dijo durante nuestra conversación de 75 minutos-. Queremos desarrollamos y crear una sociedad nueva en el cauce democrático al que somos plenamente adictos. No creo en una guerra civil, pero tampoco la descarto, pues si a Chile se le cierran los caminos, no quedaría más alternativa que la insurgencia armada. Se ha creado un clima de terror. Si prosigue, limitaremos las garantías individuales.
El encuentro con Allende se produjo en una fiesta que le ofrecieron cerca de veinte amigos.
Tuvo el escenario la modestia que suele observarse aquí, aun en los niveles más encumbrados del poder o la riqueza: una casa de proporciones humanas que recuerda cómo la vida es sobre todo tarea. O sea, nada del futuro falsamente asegurado a través de fortunas tan escandalosas como sospechosas.
Allende llegó tarde y pronto fue arrebatado a sus comensales.
Sin embargo, antes y después de la conversación privada con él, fue posible observarlo con detenimiento: No se apodera de la palabra ni pontifica, lo que hace posible que a su alrededor se converse sin afectación.
Forma así parte de una atmósfera, sin que la constituya o presida como santuario. Cerca o lejos nadie pretende significarse por una frase brillante o una actitud cortesana.
No cohíbe ni busca un público, acepta el whiskey una y varias veces, se aproxima a las damas con naturalidad y con naturalidad las besa en las mejillas. El Presidente de Chile es, en estas circunstancias, un ser cálido y atractivo, estrictamente un individuo.
La entrevista con él quedó planteada en términos netos.
A la petición de registrar sus palabras en grabadora, saltó: No, compañero. Trabaje usted, no la grabadora.
Y cuando se habló de un cuestionario formal, respondió, siempre de buen humor: Improvise usted, como voy a improvisar yo. Iguales.
En una pieza sencilla, un simple ajuar y algunos cuadros, la mirada de Allende cobra el brillo de la vigilancia.
El cuerpo conserva una posición relajada, pero la seriedad del rostro indica a las claras que el político está en su terreno.
Afuera de la casa de la calle de Vitacura no hay vigilancia especial. El Presidente llegó a la cita en compañía de su esposa y de una especie de secretario y ayudante, mocetón de camisa abierta y tórax prominente.
El lenguaje es una línea; como la expresión de los ojos: La Revolución Cubana fue de azúcar y ron; la nuestra será de empanada y vino tinto.
Scherer Garda: -¿No podría explicar con otras palabras, más acá de la metáfora, lo que quiere decir?
Allende: La Revolución Chilena es auténticamente nuestra. Cuba tenía sus problemas, su historia, su idiosincrasia y nosotros tenemos nuestros problemas, nuestra historia, nuestra idiosincrasia.
No se pueden comparar Cuba y Chile. Es imposible. Cuba, hasta el año 1838, tuvo la enmienda Platt (que dio forma legal a la intervención).
Recuerde que se liberó, sólo para caer de nuevo en manos de los Estados Unidos. Nunca hubo allí una democracia, ni siquiera burguesa. Todo fueron dictaduras. En cambio, Chile ha sido uno de los países más evolucionados de América Latina. El Congreso Nacional tiene más de ciento veinte años de existencia ininterrumpida. El Partido Radical, que forma parte de la Unidad Popular, tiene ciento siete años de vida. Sin una sólida, apasionada creencia en las instituciones democráticas, no es posible mostrar hechos tan elocuentes.
Las diferencias entre Chile y Cuba se generalizan en el continente. Pero hay una substancia común, que Allende pondera en los siguientes términos: Yo creo que América Latina vive en una gran tensión. Que el proceso revolucionario bulle en el substrato de cada uno de nuestros pueblos. Esta revolución se expresará en cada país con las peculiaridades propias de cada nación. Con las armas en la mano, el ejército popular o cauces electorales. No hay más alternativa. No hay una cuarta opción.
Scherer Garda: -Usted ha hablado de una sociedad nueva en Chile. ¿Qué entiende por ella?
Allende: Nacerá la sociedad nueva cuando hagamos sentir al ciudadano su plenitud de derechos. Que no haya ciudadanos de primera, segunda y tercera categorías. En los países socialistas se ha logrado esto en un sentido. Digo que en un sentido porque nadie puede, ni podrá igualar a todos los hombres. Biológicamente somos distintos.
Nuestras diferencias terminan después de muchas razones.
Pero el problema esencial es darle a cada uno, a todos, una opción, la misma oportunidad. Es preciso que exista un punto de partida igual, aunque el arribo dependa, finalmente, de cada uno.
Scherer Garda: -Alude usted a ciertas excelencias en los países socialistas. ¿No cree que la ausencia de libertad de crítica en ellos es una fisura esencial?
Allende: Se habla de limitación de la libertad de expresión en gobiernos socialistas. Cierto. Pero en los regímenes capitalistas los medios de información están en poder de los grupos poderosos, económicamente hablando. La industria de la noticia es una de las más productivas. Y cuando los medios de contacto con las masas pertenecen a los grupos oligárquicos se convierten, no en instrumentos de información, sino en instrumentos de deformación de los intereses populares.
Vamos a hacer que los propios periodistas dignifiquen su profesión, pudiendo opinar, pudiendo ser responsables y respetados ante su propia comunidad y no sometidos a la paga y al empleo. Puede haber cooperativas. Puede haber el derecho a que el representante del sindicato de la empresa escriba, bajo su firma, lo que piensan sus compañeros. Los periodistas, no el gobierno, escogerán su propio camino. El gobierno les dirá lo que pasa, los mantendrá bien informados.
Scherer Garda: -¿Quién juzgará de la veracidad u objetividad de las informaciones? ¿El propio gobierno?
Allende: Nunca. Si interviene el gobierno, se acabó la libertad de prensa.
Scherer Garda: -¿Pero no han intervenido los gobiernos socialistas, acaso, para anular las formas fundamentales de la libertad de expresión?
Allende: Cada país tiene su propia libertad. Cuando se está cercado, invadido, bloqueado, infiltrado, cuando se tiene que vivir con el fusil en la mano, un país no se puede dar el lujo de una crítica malévolamente intencional o mercenaria. Cuba, por ejemplo, bloqueada como está, tiene que defenderse.
Scherer Garda: -Luego, que prive el orden sobre la libertad.
Allende: No. Pero yo pienso si mañana, por ejemplo, Chile, que dentro del cauce electoral ha buscado un camino propio, se ve cercado, oprimido por la maraña de los intereses nacionales e internacionales y los periodistas no tienen la honradez de tomar conciencia de esos hechos y en vez de defender la dignidad de su Patria hacen el juego al adversario, nosotros habremos de denunciarlos ante el Colegio de Periodistas. Si mañana invaden la frontera de Chile, no voy a permanecer con los brazos cruzados. Los denunciaré y así como exijo ética en el gobierno, exigiré ética en el periodista. El Colegio de Periodistas puede ser como el Colegio de Médicos.
No faltaba más que este último no pudiera condenar a un abortero que se hace pasar por médico y se yergue en deshonra de la profesión. Para este tipo de casos, en su escala, en su medio, estaría el Colegio de Periodistas.
Scherer Garda: -Pero usted, señor Presidente, ha hablado de ética en el gobierno y de ética en el periodismo.
¿Qué ocurre si el colegio juzga que el periodista acusado tiene razón y que el falto de ética ha sido el gobierno?
Allende: El periodista seguirá diciendo todo cuanto quiera.
Scherer Garda: Es planteado a Allende el problema de Checoslovaquia.
Allende: No me hable de Checoslovaquia. Estamos en Chile.
Scherer Garda: -Permítame ensayar otra forma: ¿no podría ser la experiencia de Chile, después de la primavera de Praga, un nuevo intento para hacer posible un socialismo con expresión y contenido verdaderamente humanos?
Aquí no hay ‘primavera de Praga’. Es la primavera de Chile. Hemos vivido siempre en un invierno, bajo el frío de los intereses creados.
Scherer Garda: -¿Quién está en ventaja? ¿El régimen socialista que llega al poder por vía democrática o el que llega por el camino de la revolución?
Allende: El que llega por vía democrática está, naturalmente, en desventaja. Tiene que respetar las normas vigentes. Y dentro de ellas, las nuevas formas. Yo apelaré al plebiscito si el Congreso rechaza las nuevas formas que el gobierno de Unidad Popular se proponga implantar.
Scherer Garda: -Pero el plebiscito es una forma de maniqueísmo el sí o el no descarnado, sin razonamiento profundo. ¿Es válido? ¿Le satisface proceder así?
Allende: Es cierto eso, pero es el único medio. No tengo otro camino. ¿O qué quiere usted? ¿Que me resigne? En esta lucha llevamos muchos años y siempre dentro de cauces democráticos. No nos apartamos de ellos. El plebiscito lo prevé la Constitución. Es un arma de la que legítimamente puedo echar mano. Y apelaré a ella. En el sí o el no que usted plantea, tiene razón. Por eso, antes del plebiscito, trataremos de hacer una labor, lo más amplia posible, para que el pueblo entienda a fondo el problema planteado. Será una tarea de concientización alrededor de temas fundamentales.
Scherer Garda: -¿No podría una constante apelación al plebiscito hacer desaparecer al Congreso?
Allende: Nunca haríamos desaparecer al Congreso. De eso no cabe la menor duda. Es forma esencial de la democracia chilena. Hay otras cosas de las que estoy igualmente cierto. Por ejemplo, de que nunca intentaré la reelección.
Scherer Garda: -Al Partido Comunista se le reconocen los cuadros mejor organizados. ¿Hasta dónde permitirá usted la injerencia del Partido Comunista o de sus directrices en los asuntos de gobierno?
Allende: Conozco bien los hilos de la situación chilena. Y tengo la responsabilidad del cargo y el sentido de la dignidad personal. Los partidos de Unidad Popular cuentan con larga trayectoria y su propio perfil. Nadie, ni yo, por supuesto, aceptaríamos la hegemonía de un partido.
Scherer Garda: -¿Qué hará si lo presionan con el argumento de que la ideología del Presidente es la del Partido Comunista?
Allende: No aceptaré esa identificación. Y mucho menos Unidad Popular, que consta de cuatro partidos y dos movimientos. Formamos un gobierno pluripartidista que por vez primera en la historia del continente está basado en el entendimiento razonado de cristianos, laicos, marxistas e independientes de izquierda.
Scherer Garda: -¿Es eso posible?
Allende: ¿Por qué no? El cristiano, el laico, el marxista y el independiente de la izquierda que tienen hambre son igualmente hombres. Y nadie debe preguntarles por su apellido político ni por su actividad partidista para darles un pan con el concepto de caridad, sino para darles un trabajo con una profunda comprensión del problema social.
Scherer Garda: -¿Qué está primero, señor Presidente, la libertad o la economía?
Allende: El hombre está por encima de la libertad y la economía. Vale decir, lo que más necesite. Por supuesto que lo primero es la libertad, el valor eminente, pero siempre y cuando la economía esté al servicio del hombre, la libertad por encima de todo, claro. Pero si la economía no está al servicio del hombre, no hay libertad. ¿Hay libertad en el analfabeto, en el que no come, en el sin trabajo? Distingamos: hay libertad abstracta y libertad concreta. Se sueña con la abstracta, pero se realiza la concreta. Se especula con la primera y se vive con la segunda.
Lucharemos por asegurar al hombre sus derechos al trabajo, a la educación, a la salud, al descanso, a la cultura, a la recreación y a votar en contra o en favor de la Unidad Popular, como quiera.
Yo no puedo hablar ya de votación en contra de Salvador Allende. Soy sólo una pieza en la gran estructura política de la unidad. No pierdo mi perspectiva. No soy hombre mesiánico ni caudillo.
Scherer Garda: -Se dice que usted admira por sobre todo a Ho Chi Minh, a Mao, a Che Guevara, a Castro. ¿No implica esta actitud admirativa una definición política intrínseca?
Allende: Pero añada: también admiro a Cristo, a Lázaro Cárdenas, a Bolívar, a O’Higgins, a Morelos, Miranda, Lenin, a muchos más.
Scherer Garda: -En su casa tiene usted colgados cuadros sólo de los cuatro primeros.
Es que son cuadros dedicados por Castro, Che Guevara, Ho Chi Minh y Mao, a quienes evidentemente admiro. O qué quiere: ¿que cuelgue un cuadro dedicado por Cristo?
Scherer Garda: -¿Admira usted a cierto tipo de hombres porque realizaron o intentaron realizar lo que parecía imposible? Si es así, ¿Cuál sería para usted, en Chile, lo imposible?
Allende: Yo no pienso en medida de imposibles. No me comparo con nadie. Mi proporción es la chilena.
En Chile funciona la Unidad Popular. En ella, vuelvo a decir, soy una pieza. Como pieza que soy, sé bien claro que tengo un imperativo: no defraudar al pueblo. Y no defraudarlo es hacer del chileno un hombre integral. Un hombre nuevo con una nueva moral, un nuevo horizonte, nuevo sentido de los valores. Una sociedad nueva de todo.
Acabar, desde luego, con la explotación del hombre por el hombre.
Scherer Garda: -¿Considera usted que la propiedad privada es una forma de explotación del hombre por el hombre?
Allende: Acabaré con ella siempre que perjudique a los demás. Pero, ¿por qué voy a terminar con la propiedad privada de su casa, o de su automóvil, o de su pequeña industria, o de su pequeño campo? Sólo pondremos los medios de producción esenciales en manos del Estado.
No aplicaríamos la misma noción para una fábrica de botones que para la empresa cuprífera.
Scherer Garda: -¿Nacionalizará usted los bancos?
Allende: Por supuesto. Yo sigo con el viejo criterio del escritor teatral Brecht, lo digo en broma, entre nosotros: ¿qué es mayor delito? Escoja: ¿fundar o robar un banco?
Scherer Garda: -¿Qué profundidad y alcance tiene la retracción de inversiones que se ha producido en Chile?
Allende: Se ha creado un clima de terror. Un plan diabólico que terminó o empieza con el asesinato del general Schneider.
Scherer Garda: -¿Puede llevarle ese clima de terror a limitar las garantías individuales?
Allende: Si prosiguiera, sí. Si son necesarias esas medidas, claro. Lo demás sería comportarse como un ingenuo.
De ninguna manera vamos a crear un clima ideal para que arrojen bombas. Si se desata la violencia reaccionaria responderemos con la violencia revolucionaria.
Es claro que no seremos nosotros los promotores de la violencia. Constituimos el gobierno por limpia, inobjetable vía democrática.
Scherer Garda: -Hay quienes piensan que Castro se vio arrinconado y por eso radicalizó su política. Si usted se viera arrinconado, ¿reaccionaría como Castro?
Allende: Apelaré siempre a las reservas morales de Chile y no cesaré de concientizar a mi pueblo. Pero yo le pregunto: si a un país se le cierran los caminos, ¿qué le queda?
No queda más alternativa que la insurgencia armada. Estamos dispuestos a todo.
Scherer Garda: -¿Algo impide la inmediata reanudación de relaciones con Cuba?
Allende: No es este un problema que pueda interpretarse, por su aplazamiento, como un capricho, sino como una decisión que habré de tomar de acuerdo con el momento oportuno para Chile y considerando, también, como es claro, el interés de Cuba.
Scherer Garda: -¿A qué obedece el aplazamiento?
Allende: A mí propia decisión.
Scherer Garda: -Es evidente. Pero eso no explica nada.
Allende: Reanudaremos relaciones con un gobierno determinado cuando puedan evitarse lesiones innecesarias para Chile y para la otra parte. Es el ejemplo, para mencionar uno posible, que no aplico a nadie en particular, de la tramitación de alguna operación importante. Si la gestión diplomática pudiera deteriorar la operación, haremos lo necesario para llevarla a cabo sin acumular obstáculos y, por supuesto, sin el sacrificio de nuestros propósitos en el orden político.
Scherer Garda: -¿Vislumbra usted posibilidades de guerra civil en Chile?
Allende: No creo en la guerra civil. El pueblo es suficientemente fuerte como para impedirla. Las Fuerzas Armadas chilenas son Fuerzas Armadas profesionales respetuosas de la Constitución y de la ley. No son guardias pretorianas al servicio de un hombre. La lección de patriotismo y ecuanimidad del pueblo chileno en las últimas semanas avala mi pensamiento y justifica la confianza en el futuro. Pero los signos de violencia fueron inusitados, de tal manera que es cauto decir que todo pudiera pasar.
Y el sacrificio del general Schneider, quiero añadir, no será en vano.
Los problemas de América Latina son claros. Nuestros pueblos buscan su propia expresión.
Cuando puedan hacerlo, comprobaremos que han roto las cadenas que los hacen depender de lo que no son ellos, de oligarquías internas o fuerzas económicas externas. Cada país tiene su problema peculiar, pero todos tenemos el común de expresarnos y ser.
México es un gran país que nace de una revolución, que vive por la revolución, que pare la revolución. Ha encontrado la forma de expresión. Hablo de México como ejemplo, porque descarto toda clasificación ortodoxa de países o gobiernos. De lo que se trata es de hacer madurar la conciencia de América Latina, encontrar la raíz, la conciencia como pueblos. En su ámbito y circunstancias, cada uno sabrá cómo hacerlo.
Scherer Garda: -¿Cree usted que es tiempo de realizar esfuerzos para normalizar las relaciones con Castro a nivel continental?
Allende: Pienso que sí. Los chilenos actuaremos cuando y como queramos. Vuelvo a decir: cuando las condiciones sean favorables. Nosotros estableceremos relaciones con Cuba cuando estimemos conveniente. Hacemos uso de nuestro derecho, como México lo ejerció cuando no rompió relaciones con La Habana pese a las presiones que sufrió.
Scherer Garda: -El sistema interamericano descansa en el concepto de América como unidad. ¿Es esto congruente con la realidad? ¿Qué piensa de la OEA, señor Presidente?
Allende: No ha defendido a América Latina. Creo que debiera crearse una organización internacional de los pueblos latinoamericanos, donde no pesara tanto el hermano mayor.
Scherer Garda: -¿Cuál es, según usted, el gran pecado del hermano mayor?
Allende: Sus dólares o sus ‘marines’.
Scherer Garda: -¿El resultado?
Allende: Que desconoce a América Latina en su sufrimiento y en su esperanza.
Scherer Garda: -¿Cuáles serían las consecuencias para la ONU de no admitir a la China de Mao?
Allende: No las puedo medir. Sólo sé que sería un error gigantesco, una estupidez soberana no admitir en una organización internacional a 900 millones de seres humanos. Sin contar con el hecho de que demostraría la parcialidad del organismo.
Scherer Garda: -Castro ha planteado la posición cubana y la posición estadunidense como irreconciliables y…
Allende: …Ese es un problema cubano. Pregúnteselo a Castro.
Scherer Garda: -¿Piensa usted convertirse en puente entre los dos sistemas?
Allende: No. Mi limitación es clara. Aspiro a ser un hombre que sirve a su Patria y que es, en todo momento, consecuente con sus ideas y lucha por ellas.
Scherer Garda: -¿En la democracia?
Allende: Sí, pero no en la formal, sino en la auténtica. Es la que la contempla no desde la perspectiva de la oligarquía, sino desde la perspectiva del pueblo. No desde la perspectiva del dinero y de la prepotencia, sino desde la perspectiva del sufrimiento y las frustraciones de la mayoría, que han de tener la misma opción, las mismas oportunidades que los que más poseen.
Scherer Garda: -¿Qué representaría, en un contexto amplio, su éxito como Presidente de Chile? ¿Y qué significarla su fracaso?
Allende: Sé bien que si fracaso, los gorilatos de América estarán de plácemes. Pero sé bien que si no fracaso, serán los pueblos los que estarán de plácemes. De allí, en el sentido en que usted lo plantea, nuestra gran responsabilidad.
Habla de Lázaro Cárdenas, a cuya viuda se ha dirigido por carta. Por vez primera en una hora quince minutos el Presidente Allende abre un intervalo entre pregunta y respuesta. Dice al fin: Un gran saludo para México y su pueblo en el recuerdo de una de las figuras más eminentes de la época actual. Ha sido uno de los forjadores más significativos de la revolución latinoamericana. El que primero supo detener la insolencia imperialista y dio los primeros pasos de la Reforma Agraria.
El general Cárdenas, por cierto, se encontró con el doctor Allende en Cuba un 26 de julio, en 1959. Fueron ambos invitados de Castro. Entonces -recordamos- se dijo que los Andes serían una Sierra Maestra.
Fueron palabras de Castro, no mías.
Que la solución no era enfrentar obreros contra obreros por tener casa; u obreros contra empleados, u obreros contra hombres de las Fuerzas Armadas o Carabineros, que la solución estaba en acelerar un plan de desarrollo que permita la construcción de las viviendas necesarias, y que ésta no es tampoco tarea de un día. En fin, como ustedes comprenderán, estamos al comienzo de un difícil y largo proceso de histórica significación para el pueblo de Chile.