Pronunciado: El 5 de diciembre de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 5 de
febrero de 2016.
Queridas compatriotas y estimados compatriotas:
Desde Argelia, tierra revolucionaria asentada en otro Continente, quiero dirigirles estas palabras, para que sepan que a pesar de la distancia estoy con ustedes en este justo homenaje que se rinde a Pablo Neruda.
Pienso que no es necesario que yo diga una palabra sobre lo que representa para las letras de Chile, de América y del mundo, la vida, la obra creadora, de un hombre que ha alcanzado legítimamente el Premio Nobel de la Literatura.
Sólo quiero destacar que ha sido una victoria en el campo intelectual y creador del artista, de un auténtico chileno; más que un triunfo, es un galardón del pueblo chileno.
Porque Pablo, nacido en un hogar modesto de trabajadores está en la raíz misma de lo que es Chile, en su historia, en su presente, en la concepción de su futuro.
Cuando yo he viajado para cumplir una tarea al servicio del país; cuando siento vitalizada la convicción justa de nuestra lucha, a través de nuestro paso por Perú, por México; cuando hemos levantado la voz a nombre de ustedes, compatriotas, desde Naciones Unidas, y cuando hablamos desde Argelia, podemos decirles a ustedes, que también ha estado, el Poeta presente.
Ha estado Pablo Neruda, inserto, y por derecho propio, en esta gira, sólo con una frase tan suya, cuando definió que Chile vivía las horas duras de un Vietnam silencioso.
Ahí está el Poeta, el chileno y el Político.
Por eso, desde aquí, desde Argelia, después de haber recibido el afecto del pueblo, la deferencia hospitalaria del Gobierno del Presidente Boumedienne, yo me hundo en el Estadio, para estar junto a ustedes emocionalmente, para estar junto a ustedes patrióticamente, para estar junto a ustedes como compañero Presidente, en este homenaje, que al rendírselo a Pablo, se lo rendimos a un hijo del pueblo.