Salvador Allende

Palabras con motivo de la inauguración del Primer Congreso Nacional Científico


Pronunciado: El 27 de julio de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 4 de febrero de 2016.


Señores Delegados;

Estimados compañeros Víctor Barbieri y Claudio Iturra, Presidente y Secretario de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Técnica, Señores Enrique Kirberg Rector de la Universidad Técnica; Edgardo Enríquez, Rector de la Universidad de Concepción; Sergio Muñoz, representante de la Universidad del Norte; Juan Orellana, de la Universidad Católica de Valparaíso; Edgardo Boehringer Rector de la Universidad de Chile; Patricio Rojas, representante del Departamento de Ciencias de Educación y Cultura de la OEA; Rolando García, representante de la UNESCO y Fernando Morgado, Vicerrector de la Universidad Austral.

Señores representantes del Cuerpo Diplomático, integrantes del Consejo Directivo de la Comisión Científica y Técnica.

Estimado compañero y amigo Jorge Tapia, Ministro de Justicia.

Señoras y señores: Quiero señalar la importancia trascendente de este Congreso que por primera vez en la historia de nuestro país se realiza y donde están representados los técnicos y científicos chilenos y, además, concurren a él, especialmente invitados, representantes de países hermanos de Venezuela, Ecuador, Perú, Colombia y Bolivia.

Señalo lo que representa para el país este hecho, que significa que por primera vez vayan a dialogar con una gran preocupación y responsabilidad patriótica, hombres y mujeres dedicados al cultivo de la ciencia y al desarrollo de la técnica, impulsados por un sentido superior mucho más allá de las fronteras y sus concepciones filosóficas, con su capacidad puesta al servicio de la gran tarea histórica que implica impulsar el desarrollo y el progreso de nuestro país.

Por ello que aquí están representadas las instituciones civiles y las Fuerzas Armadas de la Nación. Es, entonces, toda la Comunidad científica nacional la que expresará, analizará y concretará en sus resoluciones el pensamiento de tan vastos y amplios sectores científicos de quienes tanto y tanto espera el país.

Quiera expresar mi congratulación a las integrantes de CONICYT que han patrocinado este Congreso, cuya característica ha sido ir, a través de procesos regionales, concretando el pensamiento de gentes que viven a lo largo de nuestra Patria y que, aunque alejados de la capital, expresan y mantienen su preocupación y demuestran su capacidad a través de su vida y de los trabajos e iniciativas que han aportado.

Es importante destacar que este evento tiene por marco material este edificio levantada con el esfuerzo del pueblo de Chile, para que pudieran reunirse en Santiago representantes de los países en la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, la más importante reunión de los organismos internacionales. La construcción de esta sede puso de manifiesto la capacidad organizativa de los trabajadores chilenos. También puso en evidencia, con mayor elocuencia que en otras oportunidades, las deficiencias infraestructurales que limitan el progreso de Chile, país en vías de desarrollo. La magnitud de esta empresa, en el marco de una economía dependiente, presentó obstáculos de todo tipo, desde las cosas más elementales, como el cemento, el fierro, las baldosas y hasta los vidrios. A esto se sumaron dificultades en los medios existentes en el país para transportar los materiales de construcción necesarios, agravados por el atochamiento de nuestros puertos, a los que llegaban los elementos que no producíamos en Chile. Todo esto se vivió y los vivimos. A pesar de ello, con una nueva concepción del trabajo y una integración consciente, que abarcó por igual a obreros de la construcción, técnicas y profesionales; empresas privadas y organismos públicos, vinculados con él proceso de la construcción, hicieron posible en forma oportuna y frente a la incredulidad internacional y nacional, que se alzara con sobria dignidad este edificio, símbolo de una nueva concepción del trabajo y de la responsabilidad social. Y aquí, como era de imaginarse, expusimos nuestro pensamiento, recibimos el de la comunidad internacional y especialmente se destacó la coincidencia de los países denominados del Tercer Mundo.

Se hizo presente, en este mismo recinto, le realidad interna de la mayoría de los países, de dos tercios de la humanidad, cuya existencia, cuya vida, es dolorosamente dramática. En este mismo recinto, se levantaron voces para hacer presente la situación de subordinación múltiple que pesa sobre los países dependientes, o en vías de desarrollo, el endeudamiento creciente de ellos y la imposibilidad de solventar, sin deterioro máximo sus economías, las vidas de su gente, las obligaciones económicas que deben cumplir frente a los créditos que se les ha otorgado.

En esta sala, se señalaron las cifras que la humanidad gasta para guerrear o defenderse hipotéticamente de guerras y se hizo ver la conveniencia, no sólo de restringir estos gastos, sino que de reconvertir la economía de guerra en una economía de paz.

Aquí, para enfocar la realidad, para evidenciar lo que pasa, no sólo en el campo político y económico, sino también en él cultural, se dieron a conocer antecedentes en relación con las llamadas empresas transnacionales o multinacionales.

Hecho este que preocupa, y con justa razón, a los pueblos del Tercer Mundo y aun ‐por cierto- a los países capitalistas industriales de desarrollo medio, o aun de desarrollo avanzado, en donde estas empresas determinan aspectos de la vida de tan amplios sectores en todos los campos de la actividad y, por cierto, en los medios de comunicación y en el ámbito cultural.

Puede afirmarse con certeza que por lo menos hay 20 grandes corporaciones multinacionales cuyo producto bruto supera al que tienen más de la mitad de los países del mundo.

En este mismo recinto al intervenir en la sesión inaugural a nombre de Chile hice una intervención y planteé, entre otras cosas lo que representa el que determinadas empresas de países tengan tan amplio control de sus medios de comunicación y señale que el sistema internacional de comunicaciones está en un 75% en manos de los países desarrollados de occidente y más del 60% de ese 75% es controlado por los grandes consorcios norteamericanos. Dije que si no había una reacción de las Naciones Unidas y de los Países del Tercer Mundo, en menos de 10 años, penetrará en nuestras instituciones comunitarias y en nuestros hogares ‐dirigida al extranjero por satélites de gran poder transmisor‐ una información y una publicidad que si no se contrarrestan con medidas oportunas, solo aumentará nuestra dependencia y destruirá nuestros valores culturales.

Creo que existe una relación muy clara entre la deformación permanente de nuestra cultura autóctona, a través, reitero, de los medios de comunicación y la acción en el campo técnico y científico de estas compañías a que he hecho referencia que, además, han deformado nuestro desarrolle económico.

Un hecho que debe preocuparnos y preocuparles especialmente a Uds., señores delegados, es aquel que demuestra que no sólo los países como los nuestros son exportadores de capitales, a pesar de que viven pidiendo crédito, son países que compran caro y venden barato, productores de materias primas e importadores de artículos manufacturados.

Además, estos países que han visto que su riqueza material, a través de años y años traspasa su frontera para ir a fortalecer las economías de los grandes monopolios de las metrópolis industriales, en los últimos años han palpado y sufrido, además el hecho de que cientos de técnicos, profesionales y científicos de los países en vías de desarrollo abandonan sus Patrias y van a servir los intereses de otras naciones que pueden ofrecerles mejores condiciones materiales de vida y expectativas de investigaciones más amplias.

Deseo señalar ‐porque creo que cabe plenamente en esta reunión inicial del Congreso, en que participaran ustedes señores Delegados‐ que esta concepción clara, destinada a romper las presiones que ejercen las llamadas empresas multinacionales o transnacionales, tiene y ha tenido eco ya en el Consejo Económico que se desarrolla en Ginebra, en cuyas reuniones el representante de Chile, Embajador Hernán Santa Cruz, ha dado a conocer nuestro pensamiento y ha obtenido en el día de ayer una resolución que tendrá una importancia significativa, resolución esta, aprobada, me parece, no estoy seguro, por la unanimidad de los representantes de los distintos países que componen el Consejo Económico y Social. Allí, para argumentar sólidamente, se dieron a conocer las razones que justificaban los pronunciamientos de organismos como la Conferencia Mundial de Sindicatos de los países capitalistas y quisiera y quiero recogerlos para información de ustedes. Se referían a las empresas multinacionales y dice la declaración de este organismo a que he hecho mención: “Ahora dichas compañías, que primitivamente se preocupaban de buscar las materias primas obteniendo con ello grandes utilidades, ha comenzado a incursionar en el campo de las manufacturas en los países en desarrollo, especialmente en Asia y América Latina.

El propósito de implantar dichas industrias, frecuentemente no ha sido, sin embargo, la producción de bienes para el mercado local y lo que podría obviamente significar un estímulo en la economía, pero sí para producir exclusivamente para exportaciones y muchas veces para producir al menor costo posible de la mano de obra, para armar componentes en plantas de la misma compañía en otros países”. Tanto en esa Conferencia como en el Consejo Económico y Social, se dieren a conocer cifras como estas, que yo quiero recordar: El producto bruto de la General Motors en 1969 es casi igual al de Holanda, Suecia, España, México y Australia, y es superior al de Argentina, Suiza y Sud África.

El de la Standard Gil y de la FORD, son mayores que el de Pakistán, Dinamarca, Turquía y Australia.

En cuanto a la ITT, su producto bruto en 1969 era 5,4 billones, o sea igual al producto nacional de Chile hoy día, que está en 7,3.

En cuanto a lo que se ha llamado la fuga de cerebros, este es un hecho que reviste extraordinaria gravedad, que viene a acentuar más todavía la dependencia de nuestros pueblos, incidiendo fundamentalmente en la preparación que antes se impartía en nuestras Universidades, marginadas de una participación directa en el gran proceso, inquietante y necesario, y con la presencia de todos romper precisamente con esta situación de dependencia y esta subordinación.

Por eso he querido hacer mención a estos hechos, cuyo contenido expresa la realidad que viven los países en vías de desarrollo de los distintos continentes. Con esto quiero destacar que con el diseño histórico, acorde a nuestra realidad, el pueblo de Chile busca poner atajo a esta dependencia para darse, con caracteres propios, su propia personalidad, en la búsqueda de un destino más amplio del que participen todos los chilenos.

Por eso, con razón y conceptos profundos, el compañero Víctor Barbieri, ha señalado aquí una clara interrelación que existe entre el proceso de formación y desarrollo de la técnica y la ciencia, en función del potencial de los países poderosos y la realidad de los nuestros. Ha hecho mención que en la encrucijada que vivimos nosotros los chilenos, la gran y profunda preocupación está orientada a hacer posible que el hombre científico y el economista, sepan buscar y vivir el vínculo del hombre científico o económico sencillamente con el hombre, meta y realidad de todas nuestras preocupaciones, para poner la economía al servicio del hombre.

Cuando nuestro diseño histórico plantea la independencia económica, lo hace sobre la base clara de señalar que los países con las características como el nuestro, cualquiera que hayan sido sus regímenes, democráticos, pseudo democráticos, castrenses, dictaduras embozadas o desembozadas, los grandes déficit que golpean al hombre se mantienen en la educación, en la salud, en la vivienda, en la desocupación, en la falta de oportunidades para el descanso y la recreación.

Es por ello que, de acuerdo a nuestra realidad y nuestra experiencia, y sin negar lo que otros gobiernos, y de acuerdo a la realidad en que actuaron hicieron por Chile y su progreso, nosotros planteamos la necesidad imperiosa de los cambios estructurales pero dentro de las características propias de nuestra nación; dentro de las conquistas de la persona humana, alcanzadas en nuestro país por la lucha dura de miles y miles de chilenos; dentro del marco de la democracia, el pluralismo y la libertad, pero señalando con claridad meridiana que sólo sobre la base de romper nuestra dependencia económica podremos dar integralmente el perfil que Chile reclama y necesita para hacer un país que defina por la propia voluntad de su gente, lo que será su futuro de dignidad y plena soberanía.

Y es importante, entonces, señalar que para nosotros la presencia, junto a los trabajadores de la usina, del campo, del litoral, de la empresa, la escuela o el hospital, debe estar la de los técnicos y la de los científicos, para actuar de acuerdo con nuestra nueva realidad, la que nace y empieza a crecer por el esfuerzo de tantos. Para que los técnicos, profesionales y científicos vean que es fundamental que ellos participen, y como lo dijera también el compañero Víctor Barbieri, en esta gran política que tiene un contenido profundo, nacional y patriótico y que no es la concepción pequeña de una política con fronteras ideológicas o partidarias. Es la gran política al servicio de todo un pueblo y de un país y en ella tendrán que participar, por exigencia perentoria de nuestra realidad, todos aquellos que tienen conciencia de lo que deben entregar a su Patria y a la sociedad que tanto hizo por ellos. De allí también, entonces, que nosotros tenemos que concebir un esfuerzo planificado y organizativo de los recursos, no sólo materiales, sino humanos con que el país cuenta, cuando se rompen los diques que constreñían las urgentes necesidades colectivas, cuando se profundiza y se amplía la democracia y emergen las necesidades postergadas o negadas de vastos y amplios sectores del país.

Si tomamos, por ejemplo, lo que acontece en al campo de la protección, amparo y desarrollo de la salud; si nosotros queramos como meta, y que es un derecho, que todos en este país tengan la posibilidad de preservar su salud, que nosotros sabemos bien que el capital humano es la mayor riqueza con que cuanta la Humanidad, nos encontramos con la falla de la infraestructura, con la falta de recursos humanos y demuestra que no se ha producido para las exigencias y la demanda de la Salud.

En esta país, por ejemplo, como lo he dicho tantas veces, faltan 5 mil médicos o más, 6 u 8 mil odontólogos, 3 mil enfermeras universitarias, alrededor de 2 mil matronas, etc. Y a ello se agrega, como decía hace un instante, un porcentaje no despreciable de profesionales de estas carreras, que están trabajando fuera de Chile, que tanto necesita de ellos.

Y en cualquier otro campo nos encontramos con la anarquía en el proceso de la utilización o preparación de los recursos humanos.

Es por e o que en este Congreso, y como lo ha destacado el Presidente de CONICYT, y lo testimonia aquí la presencia de los señores rectores de las distintas universidades nuestras, ellas han sido y serán un factor de extraordinaria importancia, sobre todo hoy que un impulso renovador, una voluntad distinta hace que los viejos conceptos universitarios den paso a la Universidad comprometida con el proceso social y las ansias justas de un país para progresar y elevar los niveles de vida y existencia de su gente.

Junto a la Universidad y como una realidad distinta a la que viviéramos antes, también en ente aspecto del desarrollo, sobre todo de la producción y el aprovechamiento técnico científico, tienen que participar las empresas del Área Social, del área estatizada de nuestra economía, que ahora tendrán, que elaborar para las necesidades básicas de la inmensa mayoría de los chilenos y en las cuales participan integradamente en su dirección los trabajadores, quienes no pueden estar ausentes de esa dirección y del conocimiento y de la marcha y del rodaje de las empresas en que laboran.

Es por ello ‐y este Congreso así lo señala‐ que este Gobierno tiene un nuevo concepto sobre lo que debe ser la acción y la presencia de la comunidad científica nacional en la solución de los grandes problemas que a todos nos preocupan y nos interesan, fundamentalmente con el hombre, como son los de vivienda, educación, trabajo, salud, cultura, deporte.

Es por ello, también, que, aunque nuestras posibilidades materiales no son muchas y las dificultades que enfrentamos son superiores a las que han enfrentado otros gobiernos, precisamente por la actitud que hemos asumido de darle a Chile las posibilidades de un país independiente, y como consecuencia de esto que es además de una necesidad una dignidad nuestra, nos encontramos con las limitaciones que emergen de un comercio exterior marcado por influencias que no es fácil vencer porque no depende, de nosotros. Sin embargo quiero señalar que se ha dispuesto del 0,5% del producto nacional bruto, para aumentar los aportes que antes se hacía a la comunidad científica con un mayor financiamiento y que es nuestra preocupación alcanzar el nivel que su estima como conveniente de 1% del producto nacional bruto, para el financiamiento del desarrollo de las investigaciones científico‐técnicas.

Pero si nos preocupa el poder entregar lo que materialmente se requiere para dar un impulso nuevo y vitalizar la acción de los científicos y técnicos le nuestro país, nos interesa o nos preocupa mucho más que el trabajo de la comunidad científica tenga como patrón esencial la preocupación de Chile; que rompa la dependencia científico‐tecnológica; que, pese a lo que significa que a veces nosotros, al exportar nuestra gente, importamos lo que chilenos contribuyen a desarrollar en otros países y que viene aparentemente a servir nuestro desarrollo, que entendamos que, sin dejar de aprovechar y sería absurdo no hacerlo, el acervo técnico‐científico de la humanidad que no pertenece a ningún país y mucho menos a ningún hombre, tengamos el sentido profundo, de la realidad que obliga a no ser meros repetidores o a aplicar sencillamente técnicas y avances extraños a nuestra propia realidad. Es tan distinta y es tan diferente la sociedad de consumo que la necesidad de nuestra realidad la podríamos llamar la sociedad de necesidades frente a la sociedad de consumo.

Por eso es que el objetivo fundamental técnico‐científico debe estar orientado y seleccionado para servir adentro de nuestro país y dentro de la realidad de nuestro país y adecuarlo, por cierto, a la nueva concepción del hombre y sus derechos que en este instante y por largo tiempo tendremos en nuestro país.

Y en ese sentido, indiscutiblemente tenemos que destacar que, como en todo proceso de transformación o transición, se han presentado y tendrán que presentarse dificultades entre técnicos y profesionales y sectores que trabajan en industrias o empresas y fundamentalmente lo hemos visto en aquellas que hemos denominado el Área Social de la Economía. Sin embargo, podemos decir que son parciales o proporcionalmente pequeñas frente a la gran tarea conjunta que deben tener obreros, técnicos y profesionales. Hay que meditar que estas tensiones se generan por el cambio de estructura de poder dentro de esas empresas, donde antes imperaba un criterio individual y patronal de viejo cuño y hoy, por imperativo de la necesidad social, está el Consejo de Administración donde debe integrarse, y así lo hemos impuesto, el trabajador, que es factor esencial en el proceso de avance.

Por ello, dentro de este nuevo modelo, que obedece a un diseño histórico distinto, en esta etapa se han podido crear dificultades que han sido superadas. Y cada vez se hace más claro que hay la convicción profunda del vínculo, de la integración indispensable entre aquel que paso por la Universidad y obtuvo un título y aquel que no pasó, pero que aprendió en la propia Universidad de la vida donde, ¡caramba que se aprende!

Por eso también es que queremos señalar que este Gobierno y la realidad que enfrentamos han hecho que nuestra preocupación esté destinada precisamente a darle al profesional y técnico chileno una mayor responsabilidad y a abrirle las expectativas técnico‐científicas en una dimensión mucho más amplia. Si pensamos, si no olvidamos, si razonamos, las limitaciones que tenían nuestros técnicos, por ejemplo, en el aspecto más vital de la economía de Chile, que es sin duda la Gran Minería del Cobre: ingeniería hecha desde fuera, con técnicos chilenos que nunca alcanzaron a los niveles, superiores, con desconocimientos de nuestros profesionales de los estudios geológicos en un país acribillado; en donde 50 mil pertenencias mineras están en poder, todavía, de empresas que nos las trabajan, pero que las mantienen por el solo hecho de poder pagar una patente; con la ignorancia nuestra y, dolorosamente hay que reconocerlo, del potencial de riquezas extraordinarias que nuestro país tiene y que deben aflorar en el conocimiento de los técnicos, porque son necesarias para nuestro futuro.

Todavía ignoramos, pero otros lo saben, los lugares en que hay nuevas posibilidades de petróleo ‐y en nuestro país también hay uranio‐ y aún no sabemos cuánto tenemos y qué posibilidades de explotación.

Así también, en otros campos todavía no hemos podido alcanzar siquiera el conocimiento de lo que es nuestro.

De allí que nosotros le demos a la presencia de los técnicos y científicos en la tarea nacional, con una orientación nuestra y chilena, la gran proyección que es innecesario que recalque más y que implica, de parte de la comunidad científica una superior obligación, una superior responsabilidad frente a la superior consideración, que no nace sino que de la justa apreciación de que en el proceso revolucionario, la presencia del técnico y del científico es indispensable. Así lo han demostrado y señalado las revoluciones consolidadas en el orbe. Por eso es que yo quiero y sin descender en el planteamiento general que estoy haciendo, y así como he puesto ejemplos en relación con dificultades que suelen producirse en esta etapa entre determinados sectores laborales y técnicos, así también quiero señalar que este Gobierno ‐no sólo para la comunidad científica de los investigadores sino también para los colegias profesionales‐ tiene un criterio que hace que aprecie lo que representan esas corporaciones o entidades. Y personalmente tengo yo autoridad para decir que, además de la vida política, no cómoda, que he llevado a lo largo de los años en que he participado como parlamentario, tuve tiempo, y suficiente, para por voluntad de los médicos presidir durante 5 años el Colegio Médico de Chile. Y encarar, como dirigente gremial, las grandes transformaciones de la salud publica al dictarse, por ejemplo, por iniciativa nuestra, el Estatuto del Médico, del Farmacéutico y Dentista Funcionarios, el modificarse las leyes de accidentes del trabajo y seguro de enfermedad, al crearse el Servicia Nacional de Salud. Por lo tanto, si desde una barricada política y opositora siempre, hasta hoy, tuve una actitud de participación porque comprendía la importancia que tiene la presencia de los profesionales y técnicos en la vida pública, como Presidente de Chile, lógicamente que tengo que comprender y actuar de acuerdo a esta comprensión que la presencia de estos organismos es y será para nosotros un aporte que necesitamos y que reclamamos. Eso sí que también pedimos que se adecúe el pensamiento directivo y común de los integrantes de estos cuerpos a la nueva realidad que está viviendo nuestro país y que no hacemos sino que resaltar, para hacer más profundo y denso el conocimiento de lo que queremos, de las metas que nos hemos trazado y de la forma como queremos alcanzarlas.

Por ello quiero insistir que para nosotros el papel de los técnicos y profesionales, en esto que podríamos llamar una nueva economía ‐quiero precisarlo, esta nuevo economía hacia el Socialismo, tiende a dinamizar el papel de los profesionales y técnicos en la producción y la planificación, fundamentalmente del sector público.

El compromiso político de profesionales y técnicas no es un compromiso partidista, sino un compromiso en tareas de desarrollo nacional por encima de diferencias ideológicas. Los profesionales y técnicos tienen ahora un poder de decisión importante e independiente en las empresas nacionales, que es más claro y más decisivo en los monopolios donde han estado -lógicamente‐ sometidos a presiones políticas foráneas que no responden al interés nacional.

Los profesionales y técnicos deben participar con los trabajadores en la elaboración de los planes de desarrollo que contemplan posibilidades de expansión industrial, desconocida anteriormente. Para nosotros la participación de los trabajadores no viene a reducir el papel de los profesionales y técnicos: al contrario, los estimula en sus tareas creadoras, permitiendo ligarlo a los intereses reales de las clases populares.

En los servicios públicos las nuevas tareas de planificación, los nuevos canales de participación, permitirían superar el nivel de decisiones burocráticas en el cual los profesionales estaban anteriormente encerrados. La valorización del papel de los profesionales responde a un lazo correcto entre producción, planificación, participación democrática.

Individualmente estimamos así esta participación. Creemos nosotros que también debe actuar con colaboración de asociaciones y representantes de los sectores productivos, de los pequeños y medianos empresarios del campo y la ciudad.

Junto con señalar la importancia de los profesionales en la tarea de la producción y distribución, quiero destacar lo que les corresponde en las tareas de coordinación económica.

He querido, aunque en forma deshilvanada y pido excusas, debía haber traído algo escrito, -frente a la importancia de este Congreso‐. He creído trazar, por lo menos en sus grandes líneas, el pensamiento del Gobierna frente a lo que debe ser el esfuerzo de la comunidad técnico‐científica chilena en esta hora de Chile.

Yo puede reclamar ‐y lo hago con pasión‐ la colaboración de Uds., porque al hacerlo lo hago por Chile y por su pueblo.

Los profesionales y los técnicos que se han formado en nuestras viejas universidades, que han tenido oportunidad de aprovechar la experiencia internacional, que han viajado y han podido estar en contacto con nuestros centros científicos, no pueden olvidar que ellos se han formado por el esfuerzo de un pueblo que ha permitido que un porcentaje importante de chilenos tuviera esta posibilidad de prepararse, de educarse, de estudiar, de desarrollar su capacidad científica.

Todavía estamos limitados, a pesar de los esfuerzos de otros gobiernos y el mío hacen, para, hacer más amplia y más posible la educación, para que lleguen los que nunca antes llegaron, porque sabemos conscientemente que en el mundo de hoy el avance tecnológico científico no puede estar reservado a un pequeño número.

Con la técnica puesta en la industria y en el proceso productivo se requiere todos los días una capacitación más amplia y mayor del hombre que en esos aspectos trabaja en el desarrollo económico. Por ello en esta etapa de transición, mientras nos reforzamos en superar las dificultades inherentes a las limitaciones nuestras, mientras no podamos ampliar más y más la certeza de preparar y capacitar a más gente nuestra, Uds., que han podido tener los niveles científicos y técnicos y profesionales que tienen, saben ‐y yo sé que lo saben‐ que deberán entregar con pasión y responsabilidad su aporte ‐que tanto pido‐ porque lo hago en el nombre de un Chile que Uds., anhelan tanto como nosotros que sea digno, independiente y soberano, donde el hombre nuestro sepa que tiene derecho al trabajo, a la cultura, a la salud, al descanso y a la recreación en una colmena humana donde los valores tengan una dimensión distinta, donde un pueblo organizado, consciente y disciplinado, conduzca las tareas que han de hacer el Chile del Futuro.

Muchas gracias.