Salvador Allende

Responsabilidad laboral y política. Discurso en el acto de constitución de los Consejos de Administración de Minerales de El Teniente, Andina y Exótica


Pronunciado: El 17 de octubre de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 4 de febrero de 2016.


Ya Sergio Faivovich y Bernardo Vargas han destacado la trascendencia que tiene este acto a que involucra el derecho que este Gobierno entrega a los trabajadores para su participación, sobre la base de la expresión democrática de ellos al elegir sus representantes en los Consejos de Administración de las empresas cupríferas, es decir, en lo más importante, significativo y trascendente de la economía nacional.

Deseo, por cierto, señalar también que este Gobierno se ha interesado y ha patrocinado la presencia activa en los Consejos de Administración de los representantes de las Fuerzas Armadas. Y por eso le he pedido al General Claudio Sepúlveda que estuviera en la mesa que preside este sencillo acto.

Es importante señalar también esta determinación del Gobierno porque vincula a nuestras Fuerzas Armadas a las empresas estratégicas, que son fundamentales y esenciales en la defensa nacional, considerando esto en la amplia acepción de la palabra, y no sólo en la seguridad nacional o la integridad territorial, constituye asimismo una manera de vincular a los trabajadores con otros trabajadores. Las Fuerzas Armadas son el pueblo con uniforme.

Deseo, a los que asuman la responsabilidad de dirigir las empresas, por cierto, éxito en su gestión, porque es el éxito del país.

Lamentablemente -para mí- este que debiera ser un día extraordinariamente grato, no lo es. Y no lo es, precisamente, por lo que ha sucedido en el cobre. Creo que la única manera que cambie, es razonar frente a los trabajadores, es diciendo la verdad y analizando la responsabilidad de lo que ha pasado en este país.

 

Huelgas en el cobre

¡Qué distinto sería si el proceso revolucionario pudiera haber afirmado rotunda y categóricamente que habíamos aumentado, si no en forma apreciable, por lo menos, en un porcentaje justo y necesario nuestra producción!

¡Qué extraordinariamente aleccionador habría sido que le hubiéramos podido decir nosotros al país -cuando recibimos una lección, que algunos no entiende, de solidaridad internacional- que estábamos a la altura de esta solidaridad!

Nunca en la historia de un país latinoamericano, que nacionalizó una riqueza, y que por hacerlo tuvo dificultades como nosotros, como Chile, la expresión de comprensión, apoyo, de vastos y amplios sectores, gobiernos y trabajadores, organismos de trabajadores, Congresos, declaraciones de estudiantes e instituciones específicamente de trabajadores mineros.

Nunca, no ocurrió por cierto con México, el año 1938, porque eran condiciones muy distintas ni ocurrió con Cuba, porque la situación es diferente. Nunca, por ejemplo, como hoy, y el tiempo avanza, un pueblo tuvo, siquiera, este apoyo moral de entidades y organismos de los países capitalistas desarrollados o en vías de desarrollo, y además, la amplia solidaridad de los países socialistas.

Y no hemos estado a la altura de esto. Hoy, hay una huelga parcial, en una planta de concentrado, en Sewell. Hace cuatro días en plena sedición, había otra huelga parcial por un problema de bus, en Sewell.

Hoy, están en Chuquicamata los supervisores diciendo que si se vota o no se vota el apoyo a la huelga sediciosa y al paro sedicioso que están empujando en este país.

Chuquicamata, después de haber arreglado el tiempo y haber obtenido un reajuste, muy superior al promedio, infinitamente superior al promedio que ha recibido el resto de los trabajadores, ha tenido treinta y dos paros parciales, lo que ha significado ya al país una pérdida de catorce millones de dólares.

¡Cuántas guarderías infantiles! ¡Cuántos hospitales! ¡Cuántas empresas! ¡Cuántas industrias! ¡Cuántas viviendas! ¡Cuántas instalaciones de alcantarillado para poblaciones marginales, o agua potable habríamos podido hacer con los 14 millones de dólares!

¡Qué penoso es tener que decir estas cosas, cuando debería ser este día de emoción patriótica y de gran contenido!

¡Y no lo es, compañeros!

¡La falta de un trabajo político, de una respuesta moral política, integral de los trabajadores, habría detenido la impudicia osada de los supervisores!

Pero, cuando los trabajadores se declaran en huelga, por “quítame allá estas pajas”, no tienen autoridad para decides a los supervisores: “No se declaren en huelga ustedes”.

Este lenguaje no es usual, pero, yo no soy un Presidente más, ni estoy aquí para buscar Aplausos ni estoy aquí para callar. Estoy aquí para que saquemos una lección.

Cuando un país vive, como vive Chile, esencialmente, del cobre, por lo menos, los que se dicen revolucionarios deberían tener conciencia de lo que significa decirse revolucionario y ser trabajador del cobre.

Ser trabajador del cobre es un privilegio, no sólo porque tiene situaciones mejores que el resto de los trabajadores sino porque es un privilegio patriótico el poder decir yo trabajo, laboro en una faena, de la cual depende en esencia el progreso de mi Patria. Y eso, por desgracia, no lo entienden muchos.

Ser trabajador del cobre implica una responsabilidad extraordinaria, que se acrecienta cuando desde todos los rincones del mundo se expresa este apoyo moral, que va a ser mucho más necesario, porque la lucha con el imperialismo comienza recién.

Yo me he leído los diarios; pueda ser que haya una condenación equivocada de los trabajadores del cobre a la actitud de los supervisores ahora.

No he leído en los diarios un pronunciamiento sección por sección, sindicato por sindicato.

 

Falta conciencia política

Ahora, frente a la agresión que recibe Chile de los sectores reaccionarios del país, los que crean que este movimiento tiene algo de reivindicaciones gremiales, o no quieren ver las cosas, o no saben en qué país están viviendo. Este es un movimiento esencialmente político, con el fin de lograr éxito, de paralizar el país, de derrocar al Gobierno que dicen que es de Uds., y que lo defienden con esta inconsecuencia que he señalado.

Aquí tengo -no lo voy a leer porque es demasiado largo- el trabajo voluntario de la juventud, realizado en estos días, frente al silencio de organizaciones poderosas de trabajadores:

 

 

 

Además hay participación de abastecimiento popular. Día domingo, día lunes, día martes.

Ojalá no lo olviden, compañeros. ¡Qué buena respuesta! ¡Qué extraordinaria respuesta! ¡Qué gran lección!

Un día dije, en una improvisación, que en este país cada estudiante debe ser un trabajador, cada trabajador un estudiante.

Me da la impresión de que los estudiantes entendieron. Lamentablemente, los trabajadores no han entendido. Les basta con entender cuál es su pliego y el porcentaje de aumento que van a tener. Pero no han estudiado lo que representa para Chile la riqueza que está en sus manos; cómo esencial, fundamental, básicamente, depende Chile de Uds.

Cómo Uds. tienen la obligación de usar el ingenio frente a las dificultades que hemos tenido y podremos tener, frente a los repuestos.

Cómo debe haber un concepto y una conciencia de trabajadores del cobre; y no como trabajadores de las minas, de la fundición o de otros departamentos o secciones.

Cómo, lo que ocurre en Chuquicamata, tiene que interesarle al compañero de “El Teniente”, o al de “La Andina”, o al de “Exótica”.

Cómo deben entender, compañeros, que para defender a Chile es indispensable que aumentemos nuestras exportaciones, porque no tenemos un dólar, ni aun “raspando la olla”.

Cómo tienen que darse cuenta, que si acaso baja el precio del cobre en el mercado internacional y suben los costos internos, puede llegar un momento en que se produce un desnivel entre el costo de producción y el precio de venta, cosa que ya ha ocurrido -en algunos meses- en algunos de nuestros minerales.

Cómo es posible pretender, que porque el cobre es esencial para el país, y por lo tanto palanca de presión, los trabajadores del cobre tengan que tener reajustes sideralmente más altos que el resto de los trabajadores.

Cómo no darse cuenta, si tienen cultura suficiente para ello, que en una etapa como la nuestra no sacamos nada con tener más billetes, si acaso no hay bienes que comprar.

Cómo no interesarse por saber que es el presupuesto de divisas de un país; darse cuenta de ello, es darse cuenta de que nosotros -entre otras cosas- tenemos un déficit de 200 millones de dólares este año; de que la única manera que tenemos para salir adelante este año y los próximos, en que el déficit será mayor, es produciendo más para exportar, y el cobre es un gran camino, como lo es el hierro, como lo es el acero, como debe serlo la celulosa, la pulpa, el papel.

Y por eso es que nosotros hemos querido nacionalizar la Papelera. No por quitarle el papel a los diarios, sino sencillamente para hacer el gran complejo de la celulosa, de la pulpa y el papel, porque eso nos puede permitir, al cabo de 3, 4 o 5 años, exportar 300 millones de dólares adicionales a la exportación que tenemos.

Cómo no entienden algunos compañeros, que si hay en un país un porcentaje de trabajadores, alguno de los cuales ni siquiera tienen trabajo y su dosis diaria de alimentación es superdeficiente, mientras algunos compañeros -y me lo han dicho a mí, que soy médico- están insatisfechos con una ración per cápita de carne de vacuno, de carne de ave, de carne de cerdo, que está más allá de los promedios internacionales.

Cómo no entender que no todos los trabajadores tienen la posibilidad de tener esta ración.

Lo que más me ha golpeado y me ha dolido, como compañero de Uds., es ver que todavía no tenemos una conciencia política ni un nivel de responsabilidad política, para entender lo que significa el proceso que estamos viviendo y la responsabilidad que cada uno debe asumirlo cada uno de los que se dicen trabajadores revolucionarios, sean o no de la Unidad Popular.

Pocas veces he oído planteamientos que impliquen la presencia creadora de los trabajadores, de los técnicos. Y eso también es una gran falla.

En otras empresas, en otras industrias, han surgido sugerencias importantes. Inclusive en la CAP, acaban de generar el procedimiento que debe rendir en escala industrial.

En resumen, compañeros, nos falta mucho, demasiado. Y en el sentido de solidaridad, yo nunca oí a ningún trabajador de la Gran Minería del Cobre, preocuparse del pirquinero, preocuparse de que ese pirquinero no tenía previsión.

Compañeros, todavía no hemos promulgado la ley; lo vamos a hacer la próxima semana; la ley que da previsión a los pirquineros por primera vez en la historia de Chile, y ellos son trabajadores mineros como Uds.

Si los trabajadores tuvieran la conciencia de clase que deben tener, se hubieran ubicado en un nivel de superior de responsabilidad más allá de las fronteras políticas partidarias, o de las apetencias directivas y sindicales, para oponerse a la prepotencia de los supervisores, es probable, es casi seguro, en un 80% que se arregle este conflicto.

Pero si se arregla, es legítimo, es aceptable, que si se arregla de aquí a 15 días, los supervisores vuelvan y aquí ni ha pasado nada. No es necesario imaginarse, que por lo menos debe haber una sanción moral de parte de Uds. ¿no? Sería para nosotros una seguridad pensar que con la conciencia de los trabajadores, la ausencia de los supervisores, por último, no podía significar un daño irreparable.

Pero tampoco soy un hombre que calla lo que está viendo. Este país va a necesitar mucho más sacrificio. Este país para romper la dependencia exterior todavía tiene que dar grandes batallas. Y para superar, algunos sectores sociales, que siempre lo tuvieron todo y que tratan de recuperar el poder, tendrán que pasar por horas que pueden tenernos al borde de la guerra civil, como éstas que estamos viviendo.

¡Qué bueno habría sido poder decirle a los profesionales -ustedes- nosotros hemos hecho esto por Chile!

¿Y ustedes, qué están haciendo ahora, con qué derecho pretenden parar ustedes los hospitales, con qué derecho ustedes, señores ingenieros, ustedes ingenieros chilenos, que tuvieron la indignidad de aceptar durante años, años y años, que los norteamericanos tuvieran los cargos superiores y ustedes no llegaran nunca a conocer el fondo de los planes de ingeniería, a determinarlos ni aun a conocer las investigaciones geológicas?

No se lo pueden decir es una lástima!

Necesitaban esa lección.

Este es un proceso revolucionario. Lo he dicho muchas veces en público: las minas de cobre no son de ustedes, son del pueblo de Chile. Son de ustedes en cuanto ustedes forman parte del pueblo. Pero no son las minas para el aprovechamiento y las ventajas de los trabajadores del cobre, sean obreros, técnicos, profesionales o gerentes. Y mis compañeros, los de la Unidad Popular ¡ellos sí que tienen la obligación de demostrar en los hechos que entienden bien este proceso revolucionario! Y por eso cuando fui un día a Chuquicamata les dije: los autos blancos que usaban los norteamericanos no los usen por lo menos la gente de la Unidad Popular, y las casas de la Gerencia tampoco las usen. Y tampoco vayan con los autos a farrear a Tocopilla o a Antofagasta. Y por eso establecimos los mejores jardines infantiles o guarderías donde estaba la casa del gerente, y entregamos la Casa de Huéspedes como una casa de la cultura.

Pero, compañeros, estamos empezando a vivir una etapa. Este es el primer y más duro enfrentamiento, que no ha terminado, que puede venir por oleadas. La única respuesta es la unidad férrea de la clase obrera, es el entendimiento de mutuo respeto entre el técnico y el profesional con conciencia social y el obrero. El obrero para pensar que debe ser un técnico, aunque no haya pasado por la Universidad. Y el que pasó por la Universidad pensando que tuvo mucha suerte y que el título profesional no le da jerarquía intelectual muchas veces, ni menos moral. Pero, fundamentalmente, unidad de la clase obrera, unidad permanente, no quebrada compañeros, por apetencias partidarias pequeñas, ni mucho menos pretender hacer de este proceso un proceso en beneficio de determinado partido o determinado grupo.

Yo no estoy para esto aquí. Sé que la victoria de un proceso revolucionario deben administrarla los que participan de la idea y de la concepción revolucionaria, pero es muy distinto el pelear a dentellada viva por “pegas” administrativas sin capacidad idónea para desempeñarse.

Compañeros, yo creo que este es el mejor aporte a este día. Espero que hayan grabado mis palabras, pues les voy a mandar a cada uno de los minerales del cobre.