Pronunciado: El 10 de abril de 1973.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 9 de
febrero de 2016.
Este acto tiene una extraordinaria y significativa importancia, no sólo por estar aquí representados los movimientos sindicales de todos los continentes, sino porque es la asamblea de mayor importancia que se realiza después de aquella de 1945, cuando los trabajadores se vincularon en la definición justa de luchar aunadamente contra la insolencia nazifascista.
Esta asamblea reúne a lo más representativo del movimiento sindical mundial; dos de las tres más importantes federaciones mundiales están aquí presentes, como lo están las organizaciones regionales y sectoriales de América Latina, los trabajadores que tienen distintas concepciones filosóficas, doctrinarias y de principios. Aquí se fundan trabajadores cristianos, marxistas, socialdemócratas o simplemente trabajadores que están presentes para traernos su espíritu solidario, para expresar su comprensión a la lucha del pueblo chileno, y más que eso, para testimoniar su decisión irrevocable de gastar la unidad para la lucha contra el imperialismo y las empresas transnacionales.
La Central Única de Trabajadores de mi Patria, ha encontrado en su justo llamado esta fraterna respuesta. Ello se debe a que la organización de los trabajadores chilenos, no sólo ha alcanzado una alta dimensión nacional por su espíritu de lucha, por su responsabilidad, por el realismo que pone en sus tácticas y estrategias, por su pasado, que emerge desde la pampa salitrera, cuando Luis Emilio Recabarren empezara a organizar a los trabajadores chilenos.
Por su pasado, que está presente en el sacrificio de muchos trabajadores que pagaron con sus vidas su decisión revolucionaria y sus ansias de alcanzar para las grandes masas de nuestro país, el derecho a la cultura, al trabajo, a la salud, al descanso y a la recreación. Por su combate permanente para contribuir a romper la dependencia económica; por estar presente en la vanguardia, en la lucha para conquistar la independencia económica de Chile y su plena soberanía.
Es por eso que su llamado ha tenido el eco que destaco y que proyecta esta asamblea en el ámbito mundial. Chile es escenario de este evento, porque los trabajadores son Gobierno, y el que les habla es el Compañero Presidente de la República.
El proceso chileno
Vive nuestra Patria un proceso auténticamente nuestro en su forma y contenido. Luchamos por modificar el curso histórico de nuestra vida; lo hacemos de acuerdo a nuestra idiosincrasia, a nuestra tradición, nuestra realidad y nuestra historia.
Más de~ alguien ha llamado “la vía chilena hacia el socialismo” esta etapa que vivimos, y que en realidad otros pueblos, otros trabajadores han intentado dentro de los cauces de la propia democracia burguesa hacer las profundas y hondas transformaciones, que vayan permitiendo en lo económico, político y social, afianzar las bases de una nueva sociedad, que culmine con la sociedad socialista que anhelan los trabajadores chilenos.
Por ello es que nuestra lucha se realiza en pluralismo, en democracia y libertad, y qué grato es para mí recibirlos. Los recibo y los saludo en nombre de las grandes masas populares chilenas.
Qué grato es poder decir, que nuestro combate se realiza minuto a minuto, hora a hora y todos los días. Decirles que en este país, y de acuerdo al compromiso contraído, respetamos los marcos concretos de la propia burguesía, utilizamos sus leyes, afianzamos los cambios estructurales, aseguramos la presencia de los trabajadores en la conducción pública y, día a día; avanzamos a la construcción de la nueva y justa sociedad que el pueblo y Chile reclaman.
Quiero señalar, reafirmando lo que ha dicho el compañero Ernesto Vogel, que la unidad de los trabajadores tiene vigencia en nuestro país y su posición de clase consolida esta vigencia y enciende sus luchas.
Quiero decir también, que en el campo político Chile da el ejemplo de un entendimiento que ha permitido que hombres de concepciones filosóficas distintas se unan en la superior, noble y patriótica tarea de luchar por la independencia económica de nuestra Patria. Y por eso en los partidos y movimientos que integran la Unidad Popular hay laicos, cristianos y marxistas, que han comprendido que más allá de las posiciones filosóficas que sustentan, está la noble y grande tarea de trabajar por Chile y por su pueblo.
Ustedes han venido también, porque aquí, en nuestro país, se ve ahora con más claridad la acción tenebrosa del capitalismo foráneo; del imperialismo de las empresas transnacionales, que son la manifestación más lacerante y penetrante de las formas capitalistas de explotación.
Es por ello, que también nuestro país lo ha denunciado en las tribunas internacionales, donde se reúnen los representantes de los países; en el ámbito regional, como es la OEA; en la III UNCTAD y en la más prestigiosa tribuna internacional las Naciones Unidas. Nuestro país solventemente ha destacado la agresión que sufre de parte de las empresas imperialistas y transnacionales, y al mismo tiempo ha hecho presente que estas empresas proyectan su acción a lo largo de los distintos continentes. Y como bien lo dijera el compañero Henry Molina, son los países en vías de desarrollo, son los países del Tercer Mundo los que fundamentalmente sufren la agresión, la penetración y la insolencia de esas grandes empresas transnacionales e imperialistas.
Hemos denunciado en las más prestigiosas tribunas internacionales esta acción, y hoy lo hacemos en esta asamblea, que reúne a los trabajadores del mundo. Hoy lo hacemos frente a ustedes, solidarios en la lucha, en la dignidad y en la decisión irrevocable de impedir la penetración imperialista para afianzar la independencia de los pueblos sometidos.
Los Monopolios imperialistas
Las empresas transnacionales proyectan su tenebrosa acción a lo largo de todo el orbe. Sus maniobras negativas afectan a todos los países. Pretenden dividir los movimientos sindicales dentro de los países, y entre los países monopolizan y pretenden monopolizar, los medios de comunicación masivos nacionales e internacionales.
Estas empresas actúan en las naciones industriales del capitalismo; tratan de subordinar la política de los gobiernos a sus propios negocios; distorsionan, en parte, la economía de esos países que han alcanzado niveles superiores de desarrollo; favorecen a las empresas que viven sobre la base de preparar pertrechos de guerra y, por lo tanto, sus utilidades están en relación directa con el empleo de esos instrumentos básicos.
Estas empresas impulsan la agresión de los países poderosos hacia los países débiles y el ejemplo más doloroso, pero más heroico, lo hemos visto en Vietnam, donde un pueblo pequeño ha derrotado la penetración imperialista y la insolencia de esas empresas.
Esas empresas pretenden obstruir el desarrollo económico de los países socialistas, propician el bloqueo comercial y tecnológico y han llegado a alentar a la contrarrevolución. Pero indiscutiblemente donde se siente y se pesa más la acción de estas empresas, es en los continentes y en los países subdesarrollados. Donde se han apropiado de las riquezas esenciales, convirtiendo nuestras naciones en monoproductoras; somos países que vendemos materias primas e importamos artículos manufacturados; países que vendemos barato y que compramos caro. Es en nuestras naciones donde estas empresas favorecen y estimulan nuestro endeudamiento creciente. Setenta y cinco mil millones de dólares deben los países en vías de desarrollo, situación que hace imposible alcanzar niveles de vida para las grandes masas postergadas.
Esas empresas crean perturbación monetaria, aumentan el desempleo con la utilización de sus técnicas trasplantadas a realidades distintas de su país de origen; desestimulan el desarrollo de una tecnología adaptada a nuestra realidad y a nuestras necesidades; entorpecen o niegan los derechos de los trabajadores; favorecen la fuga de cerebros y es para ellos un negocio lucrativo el que vayan a servir sus intereses, profesionales y técnicos preparados con sumo cuidado y sacrificio por nuestros pueblos; explotan la inflación explotan la mano de obra barata, provocan divisiones, enfrentamientos y guerra entre los pueblos, que debían ser más que nunca hermanos por tener los mismos enemigos. Estas empresas han desvirtuado y desvirtúan nuestra cultura autóctona y niega por lo tanto nuestros propios perfiles. La acción de las empresas imperialistas y transnacionales constituye hoy la amenaza más fuerte y más viva contra la dignidad del hombre y la dignidad de los pueblos.
Agresión a Chile
Chile está siendo agredido. ¿Por qué se nos agrede? Por razones económicas, porque hemos recuperado las riquezas básicas que estaban en manos del capital extranjero -fundamentalmente nuestro cobre- y señalo que la política del gobierno que presido, no ha sido una política confiscatoria, ni de abuso del poder, porque inclusive hemos llegado a acuerdos con empresas que tenían fuertes inversiones y son partes de grandes consorcios mundiales.
Así, nos entendemos con una de esas empresas, y compramos sus instalaciones en nuestro país; en al área industrial, con la RCA Víctor en INSA con MADEMSA por poner algunos ejemplos, con empresas en que participan no sólo capitales americanos sino capitales europeos.
Pero pusimos, como era lógico, un acento fuerte para recuperar la riqueza esencial de nuestro país, que era y es el cobre, y lo hicimos sobre la base de la reforma constitucional, y el proyecto del gobierno -que no ha tenido mayoría en el Congreso- fue aprobado por la unanimidad de los congresales, lo que está señalando el gran sentimiento nacional de repudio a la explotación implacable de que nuestro país ha sido víctima.
Ya lo he dicho, y creo necesario repetirlo frente a los compañeros y amigos venidos de tantos y distintos países hermanos. Las compañías que se adueñaron de nuestro cobre -generosamente considerado- invirtieron hace 50 años o poco menos, más de 15 o 18 millones de dólares, y se han llevado en este período cerca de 4.500 millones de dólares.
Nosotros hemos aplicado las normas que un congreso soberano diera para que el Ejecutivo las convirtiera en realidad. Ello ha significado la aplicación de un concepto justo: descontar las sobreutilidades obtenidas por las empresas que manejaban la riqueza esencial de nuestra Patria.
Ello ha significado que algunas empresas no tengan indemnización; ello ha significado que otras la tengan. Pero lo que quiero destacar, es que mientras en escala mundial esos grandes consorcios han tenido un promedio de utilidades que ha alcanzado no más allá de un 7%, un 9%, en nuestro país, y en distintos períodos alcanzaron las cifras increíbles de 50, 70 y 90% de utilidades. Han sido estos hechos, y la voluntad soberana de un país pequeño pero digno, lo que nos ha llevado a través de la Ley y de la Reforma Constitucional, a nacionalizar las empresas cupríferas en manos del capital norteamericano.
Pero quiero decir a los compañeros dirigentes sindicales aquí presentes, que si bien no hemos pagado ni pagaremos indemnización a alguna de estas empresas, nos hemos hecho cargo, y el estado chileno es responsable de los créditos que estas empresas contrataron para sus planes de desarrollo productivo, que por lo demás fracasaron.
Chile tendrá que enfrentarse a la responsabilidad de pagar más de 726 millones de dólares, que son las deudas de estas empresas, que no reinvirtieron utilidades para ampliar la producción, sino que contrajeron créditos y se llevaron las utilidades.
Esta es la dura realidad que confrontamos. Pagaremos esos créditos, pero no pagaremos indemnizaciones a las empresas imperialistas.
También se nos combate por razones políticas, porque los trabajadores chilenos abren un nuevo camino a la emancipación de nuestra Patria, y la vanguardia de los trabajadores es por cierto la clase obrera organizada, unida sindical y políticamente y que tiene el respaldo masivo de vastos y amplios sectores nacionales, expresado en elecciones sindicales y en elecciones políticas.
Ello nos da derecho a avanzar en el cumplimiento de un programa que es auténticamente patriótico y nacional. Lo he dicho y debemos repetirlo: El Gobierno que presido es un gobierno de transición al socialismo. Chile vive el proceso de la construcción socialista, pero somos un país capitalista.
Este gobierno enfrenta las dificultades y las contradicciones de un capitalismo agonizante y no tiene ninguna de las ventajas del socialismo.
Mi gobierno es un gobierno democrático pluralista, revolucionario, nacional, para abrir camino al socialismo. El socialismo no se impone por decreto. El Socialismo lo construiremos con el sacrificio, el esfuerzo y la generosidad de los trabajadores chilenos. La revolución -lo he dicho y lo reafirmo- se defiende y se construye trabajando más, produciendo más, estudiando más, sintiendo más la tradición de la historia, siendo cada vez más patriota y teniendo un profundo sentido nacional para hacer de Chile un país dueño de su propio destino y soberano en sus propios caminos.
El bloqueo económico
Se nos agrede política y económicamente. Las consecuencias las hemos vivido en la restricción de créditos que eran tradicionales, especialmente de la banca privada de los Estados Unidos, a pesar de haber renegociado con ellos la forma de pago de los créditos.
Lo hemos sufrido, inclusive, de parte de organismos internacionales, de los cuales formamos parte por derecho propio, por haber nacionalizado nuestro cobre aun dentro de los marcos jurídicos de un país soberano, dentro de las normas fijadas.
Inclusive en las Naciones Unidas, hemos encontrado extraordinarias dificultades en la renegociación de nuestra deuda externa.
Chile al igual que muchos países de aquellos que forman el Tercer Mundo, tiene un alto endeudamiento y hubiéramos tenido que pagar los intereses y la amortización de nuestra deuda en 1972 hubiéramos tenido que desembolsar cerca de 420 millones de dólares, de un presupuesto de divisas no superior a 1150 millones de dólares, con el agravante de que la baja extraordinaria del precio del cobre significó para Chile un menor ingreso en 1971 y 1972 de más de 500 millones de dólares.
Cada dirigente que está aquí, quiero que sepa que la variación en un centavo del precio de la libra de cobre, significa en relación con nuestra producción 18 millones más de ingresos o 18 millones menos de ingresos para las arcas fiscales de nuestro país.
Es por ello que debemos señalar que no nos parece conveniente ni justo que se pretenda vincular el pago o no pago de las indemnizaciones de las compañías cupríferas, y me imagino que no habrá un soñador internacional que pretenda que Chile -y la ley así lo determina- vaya a pagar un medio centavo a la ITT, compañía transnacional que ha estado a punto de llevar a la Patria a una guerra civil.
Por eso el semibloqueo ha significado dificultades extraordinarias, estando obligados nosotros a pagar prácticamente al contado las importaciones y teniendo dificultades para encontrarlas a pesar de disponer de las divisas necesarias; situaciones difíciles en la balanza de pagos, y por cierto. como consecuencia de ello, una disminución en el ritmo de nuestra expansión económica.
Chile es agredido por los centros neurálgicos del imperialismo mundial. He repetido y lo sostengo que las empresas transnacionales representan la forma actual y más agresiva del gran capital financiero.
Las agresiones de la Kennecott y la ITT
Nuestro país, por ejemplo, a través de la acción de la Kennecott ha sufrido tentativas de embargo en nuestra producción cuprífera, y esa empresa, que tantas ganancias tuvo en nuestra Patria, ha entablado demandas en contra nuestra, destinadas a embargar el cobre que se produce en El Teniente, sosteniendo que esa mina le pertenece, cuando esa mina es nuestra, será nuestra y el pueblo vigilará que siempre sea de Chile y los chilenos.
Esa empresa, al presentar sus demandas en distintos países, no tanto ha buscado el embargo de cantidades físicas de cobre que podríamos estimar pequeñas, sino que ha buscado crear la incertidumbre en el campo comercial. Ha pretendido hacer creer que Chile no podrá cumplir sus compromisos, con aquellos que habitualmente han comprado nuestra producción cuprífera; ha buscado hacer que la banca internacional no otorgue, como tradicionalmente se hace, anticipos sobre los contratos de venta del cobre y, por lo tanto, ha restringido el ámbito que permita a Chile disponer de capitales para el rodaje de su propia producción y la expansión de las minas cupríferas.
La Kennecott hasta ahora ha fracasado, y tenemos confianza de que fracasará; no nos hemos dejado amilanar ni vamos a claudicar frente a su influencia poderosa que mueve tentáculos en distintos países del capitalismo industrial en contra nuestra. Pero si acaso es conveniente recordar lo que ha hecho y lo que pretende seguir haciendo la Kennecott, creo útil y aleccionador destacar frente a ustedes cuál ha sido la acción de la ITT de este poderoso consorcio mundial. Chile sufrió la arremetida de la ITT durante el proceso eleccionario de 1970, antes que el pueblo diera su fallo y consagrara la voluntad popular y después de nuestra victoria.
La ITT se trazó un plan destinado a impedir que los trabajadores llegaran al gobierno, porque sabía que los trabajadores jamás íbamos a transar nuestro programa o íbamos a dejar de cumplirlo. La ITT subvencionó a diarios, revistas y periódicos, algunos de los cuales, con su insolvencia moral pretenden dar clases de moral. La ITT ofreció dinero para apoyar candidaturas; pretendió alterar nuestra vida ciudadana, inclusive, tuvo la esperanza de que la violencia y el enfrentamiento fueran la respuesta final al proceso eleccionario chileno.
La ITT, al crear este clima produjo la más artera y dolorosa acción que haya vivido nuestro país, que culminó con el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército de esa época, general René Schneider. Pero nuestro país ya tiene experiencia. No sólo la vivida a partir de 1970: ya en 1891, el imperialismo inglés precipitó a Chile a la guerra civil para controlar nuestro salitre, y es tristemente célebre el nombre del inglés North, capitán de la lucha fratricida, entre chilenos, para defender sus menguados intereses financieros.
Hemos sufrido en el siglo pasado. Hemos vivido durante los años de la penetración imperialista en la zozobra y en la inquietud, y hemos tenido la comprobación de su acción; como lo he expresado hace un instante antes y después de la batalla electoral de 1970, que consagrara a los trabajadores en el gobierno de nuestra Patria.
Colusión entre la ITT y el gobierno yanqui
Esto lo presentíamos: lo habíamos aprendido de la propia historia de otros pueblos, pero la comprobación de ello ha nacido en forma nítida y clara, a través nada menos que de una investigación que se realiza todavía en el propio senado norteamericano. Es allí donde se están pesquisando las actividades de las empresas transnacionales dentro de Estados Unidos, y fuera de Estados Unidos. De los interrogatorios, de las declaraciones, de la presencia de la subcomisión investigadora de ex-funcionarios de gobierno, de embajadores, de miembros de ayer y hoy de la CIA, de dirigentes de la ITT, ha quedado en claro la colusión entre esta empresa transnacional y la CIA, organismo oficial del gobierno norteamericano.
No soy yo el que emite un juicio que pudiera calificarse de impropio, sin base. Son los hechos emanados de los testigos: son los hechos que nacen de los interrogatorios, son las pruebas aportadas, son las denuncias públicas, son las propias palabras condenatorias de los senadores norteamericanos integrantes de la Subcomisión o presentes en la etapa investigadora, las que me permiten aseverar lo que digo, y mantener lo que sostengo. La presión de la ITT sobre el gobierno de Estados Unidos, ha quedado comprobada con la sesión del 20 de marzo de este año. Jack Neal, un alto ejecutivo de la ITT, reconoció que la ITI propuso al gobierno de Estados Unidos, una cantidad de hasta siete cifras, para que el gobierno norteamericano actuara en Chile antes de que el Parlamento se reuniera para elegir al Presidente de la República, de acuerdo con nuestras normas constitucionales. Neal reconoció también que la ITT, en octubre de 1971, propuso al gobierno de Estados Unidos un plan de 18 puntos para derrocar al gobierno de Chile.
En esa misma sesión, John McCorme, ex-Di rector de la CIA, funcionario de la ITT, reconoció el 21 de marzo, un día después de la cita anterior, que su destino era fortalecer un tipo de coalición en el congreso, que se opusiera a la candidatura del actual Presidente de Chile.
Además quiero traer a la memoria de ustedes, las confesiones de funcionarios del gobierno que propiciaron acciones en contra del pueblo y de Chile. En la sesión -también del 21 de marzo- John McCorme, Director de la CIA en 1964, cargo de la más alta confianza del gobierno norteamericano, al ser interrogado sobre si la CIA había ayudado a una candidatura en 1964, replicó que esa fue la política de todo el gobierno de Estados Unidos de apoyar esa candidatura en contra de la de Allende. No son mis palabras, no son suposiciones, no es un aventurado juicio; son declaraciones
hechas públicas, son confesiones de culpabilidad que reflejan la decadencia moral de aquellos que no trepidan -para defender sus intereses- en inmiscuirse y crear dificultades internas, caos económico y aun enfrentamientos en pueblos cuyo único delito es luchar por su dignidad y por su independencia.
Quiero destacar que mientras la ITT planteaba esta sugerencia y buscaba la manera de agredir a nuestro país, funcionarios del gobierno -y óiganlo bien, estimados compañeros dirigentes sindicales- yo mismo hablaba con los más altos personeros mundiales de la ITT que habían venido a nuestro país a conversar sobre el destino futuro de la Compañía de Teléfonos, que controla la ITT, y les propusimos adquirir la Compañía de Teléfonos sobre la base de un peritaje técnico internacional.
Les dijimos que nosotros nos someteríamos al dictado de ese peritaje, que técnicos mundialmente conocidos -porque existe una organización que vincula a todas las compañías telefónicas del mundo-, dieran su palabra, y que nosotros aceptaríamos lo que ellos resolvieran. Es decir, actuábamos con una limpieza, con una claridad, con un sentido patriótico, pero al mismo tiempo reconociendo determinados derechos del capital foráneo invertido en nuestro país.
Y mientras nosotros así actuábamos, la ITT movilizaba sus tentáculos para estrangular el proceso político y económico de nuestra Patria.
Nosotros no sabíamos cuál era la magnitud de estos traficantes, no sólo de las finanzas mundiales, sino traficantes de la confianza y de la dignidad de gobernantes que creen en la palabra de gentes que se presentan como comerciantes o empresarios honestos.
Dura lección que hemos aprendido, pero dura lección que ustedes y nosotros jamás vamos a olvidar.
Intervención yanqui en la política chilena
En la sesión del 27 de marzo, el ex embajador de Estados Unidos en Chile, el señor Korry, reconoció que en julio de 1970. por recomendación de la CIA, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos había acordado apoyar a dos candidaturas a la presidencia de Chile. Según los antecedentes expuestos en el senado norteamericano -no son palabras de Korry-, se habían destinado 400 mil dólares a este fin.
En la sesión del 28 de marzo, el agente de la CIA, William Broe, ex jefe de la división de servicios clandestinos, estimó que el 16 de julio de 1970, el Presidente de la ITT ofreció a la CIA por su intermedio, fondos para una candidatura presidencial opuesta a la candidatura popular.
Broe reconoció asimismo que propuso a la ITT por instrucciones de sus superiores de la CIA, el 29 de septiembre de 1970, un plan de acción destinado a crear caos económico en Chile.
Nada los detiene; ninguna consideración, ni humana, ni social, ni política. El parlamentario norteamericano, William Demphi, Presidente del Subcomité de Inteligencia y Seguridad de la Cámara de Representantes, declaró el 30 de marzo que su experiencia le indica que nunca -estas son sus propias palabras- una agencia gubernamental se ha envuelto en asuntos políticamente delicados sin conocimiento previo de las autoridades superiores del Gobierno.
En esta narración -más que en eso, en esta lectura-, me he remitido a los testimonios surgidos en la investigación de la citada Subcomisión del Senado de Estados Unidos.
Yo me recuerdo que aprendí las primeras nociones sobre el cobre, leyendo hace más de 20 años un informe también de una Subcomisión del Senado norteamericano, en un libro que señalaba que en definitiva, 5 nombres vinculados a los bancos, a las empresas extractivas, a las faenas de producción minera, y a las empresas industriales, manejaban la producción, los mercados y el precio del cobre del mundo.
Acusamos al gobierno norteamericano
Hoy día, después de las investigaciones, yo puedo decir lo que no dije hace 8 o quince días: preguntado por un periodista si tenía la evidencia de que el gobierno de Estados Unidos había actuado contra la decisión del pueblo de Chile, sostuve que no podía hacer esa acusación. En ese entonces no conocía las declaraciones de los propios funcionarios del gobierno, ex funcionarios, ex miembros y miembros de la CIA y de la ITT.
Hoy puedo sostener, que siendo la CIA un organismo oficial del gobierno norteamericano ha quedado comprobado su colusión con la ITT, y por lo tanto yo puedo sostener que lamentablemente funcionarios norteamericanos y de organismos dependientes del gobierno de Estados Unidos, han pretendido torcer la voluntad del pueblo chileno. No lo consiguieron, no lo van a conseguir, pero queda marcada en la historia la tentativa de hacerlo.
Cómo serán de claras las acciones de la ITT, que la prensa hoy día dice que seguramente una de las conclusiones de la Subcomisión del Senado, será que el seguro que tienen estas compañías para garantizar sus inversiones, no sea pagado.
Este seguro representa las garantías para ellos y cuando un país no paga la indemnización y paga este seguro una agencia cuya sigla es OPIC, y es el gobierno norteamericano el que demanda el cobro al país que no pagó la indemnización, creándose un problema, entonces, entre dos gobiernos o entre dos Estados, hecho mucho más grave, como ustedes pueden apreciar.
Hoy día la prensa señala que ya la OPIC, esa oficina, ha declarado, a requerimiento de la ITT, que no va a pagar los 92 y medio millones de dólares, que ellos sostienen que es la inversión que han hecho en nuestro país.
Yo me pregunto si habrá alguna persona en el mundo, que pretenda que nosotros paguemos indemnización a la ITT, después de lo que la ITT ha pretendido hacer y ha hecho en Chile. Sin embargo este gobierno no ha confiscado la Compañía de Teléfonos, ni ha confiscado otras inversiones que tiene la ITT en nuestro país.
Ni un centavo a la ITT
Hemos enviado un proyecto de expropiación y nacionalización al Congreso Nacional. Hemos puesto término, a través de la ley, a una concesión; yo espero el pronunciamiento del Congreso de mi Patria, y tengo la íntima y profunda convicción, que después de los antecedentes que hemos entregado y entregaremos, la ley que salga del Congreso defenderá la dignidad de Chile y castigará la insolencia de la empresa imperialista ITT.
La revista “Time”, revista conservadora, en su última edición trae la siguiente frase: “los testimonios escuchados durante dos semanas por el Subcomité del Senado, sobre corporaciones multinacionales, aportarán jugoso material para ocupar durante años a cualquier propagandista del yanqui go home”.
Nosotros, el pueblo y el gobierno, no decimos: “yanqui go home”. Nada tienen que hacer los trabajadores norteamericanos, nada tiene que hacer la gran mayoría del pueblo norteamericano, con la acción tenebrosa de esas compañías. Nosotros cambiamos la expresión “yanqui go home”, por una expresión auténticamente justa, que coloca nuestra lucha donde está. Nosotros decimos: imperialistas a sus casas: “imperialistas go home”; el pueblo norteamericano nada tiene que ver con la lucha del pueblo chileno y será solidario de él.
El tratado de 1914
Conocemos demasiado a los escritores, a los artistas, a los trabajadores, a los estudiantes norteamericanos. Hemos leído muchas veces a Walt Whitman. Sabemos el pensamiento de Washington, y sobre todo, el pensamiento de Lincoln, llamado el leñador, aquél que hiciera libre a su propia Patria, que era media libre y media esclava. Por eso también es que con responsabilidad nuestro gobierno ha mantenido y mantiene, a pesar de estas cosas, conversaciones con el gobierno de Estados Unidos, para encontrar una solución a los diferendos presentados entre el gobierno norteamericano y el gobierno de Chile.
Por eso hemos dicho que si ha llegado el momento, acudiremos al convenio de 1914 que establece que un Tribunal -que no tiene derechos de fallo, pero sí de sugerencias o resoluciones- debe, si es necesario, encarar estas diferencias o dificultades.
Con ello demostramos una vez más, el sentido responsable de nuestra actitud, al margen de todo sentido demagógico y oportunista. Con ello señalamos la confianza que tenemos en nuestra causa y en nuestros derechos, y con ello damos una vez más, una lección: que este gobierno revolucionario se atiene a los tratados y convenios y respeta los principios jurídicos que este gobierno revolucionario levanta en materia internacional, el respeto a la autodeterminación, a la no intervención y que cree en el diálogo entre los gobiernos y los pueblos, para evitar el enfrentamiento o dificultades superiores.
Actuamos en el camino correcto de los que tienen la razón y la justicia les pertenece; una lección más que damos siendo un país pequeño, en el marco de nuestra independencia y nuestra dignidad.
Los intereses del pueblo
Es conveniente meditar, aunque sea unos segundos, qué hay detrás de las acciones de las empresas transnacionales. Es la lucha entre los intereses de esas empresas y los intereses del pueblo chileno o de los pueblos pequeños, subdesarrollados, dependientes.
Ya puse como el ejemplo más claro el de Vietnam. porque es él la demostración del heroísmo, del sacrificio y de la victoria epopéyica de un pueblo pequeño, pero que sabía por qué luchaba, para qué luchaba y cuyo sentido patriótico superó todas las dificultades y todas las atrocidades.
Destaco, y sería largo hacerlo y por eso solamente destaco en Latinoamérica al Perú, ahora, frente al petróleo, a México, antes también con el petróleo. Otros países con el caucho, las bananas, el cobre y el hierro, o el estaño, han sufrido durante años y años la penetración imperialista y la influencia que desata el poder de su dinero para mantener sus ventajas y sus granjerías. Por eso destaco nuestro combate como pueblo -y nuestros combates como pueblos- haciéndonos eco de la clara exposición de Henry Molina, y lo expresado por el compañero Enrique Pastorino.
Esta es pues la decisión final frente a aquellos que pretenden que sigamos sojuzgados, porque anhelamos la liberación de nuestra Patria. Es el enfrentamiento del derecho de los trabajadores por ser dueños de su propio destino, hoy en poder de los grandes centros imperialistas.
Es por ello que hay coincidencia en la realidad que confrontamos, no sólo los países en vías de desarrollo y sus trabajadores, sino también los trabajadores de los países del capitalismo industrial.
La lucha de los trabajadores de los países industriales contra las empresas monopólicas y transnacionales es la lucha de todos los trabajadores de Chile y de todos los trabajadores de los países subdesarrollados, la lucha de los trabajadores de Chile contra las empresas imperialistas es la lucha de todos los trabajadores de los países industriales. En definitiva es la lucha de los pueblos por su dignidad y su libertad social.
¡Venceremos!
¿Qué perspectiva presentan para el futuro?
No me corresponde a mí, no podría hacerlo, entrar siquiera a rozar la organización sindical de ustedes en escala regional y mundial. No soy yo el que pueda -a pesar de ser un compañero de ustedes y un militante de la lucha social- el que indique las normas de acción que ustedes deban realizar. Me bastará sí, señalar que haya una nueva conciencia y una nueva voluntad: que por vez primera los chilenos sentimos de cerca la solidaridad de pueblos, de gobiernos.
Trabajadores y gobernantes, aun de los países industriales, han expresado directa o indirectamente su apoyo a la lucha del pueblo de Chile; pueblos de todos los continentes han estado en sus declaraciones junto a nosotros; el campo socialista como era lógico, decidido en la profundidad fraterna y en la decisión de ayudar a nuestra Patria en el paso histórico que está dando.
Yo recuerdo a los portuarios de Le Havre o de Rotterdam, a los trabajadores marítimos que señalaron que con su acción podían detener la insolencia imperialista, cuando se negaron a desembarcar el cobre que reclamaba la Kennecott y que es un cobre que pertenece ahora a Chile y al pueblo chileno.
Por eso, porque el embargo imperialista, porque la acción de las empresas transnacionales no tiene fronteras, porque es capital sin bandera y sin Patria, es que los trabajadores de los países industriales, tarde o temprano, sentirán de cerca lo que representa el bozal que quieren ponerle a sus propios derechos y a sus propias conquistas.
Es por eso que yo sé que en la solidaridad combatiente del mañana, está la gran posibilidad de la emancipación de nuestros pueblos. Es por eso que yo sólo puedo afirmar con fe y con convicción, conociendo a los trabajadores de Chile y conociendo a los trabajadores de los distintos continentes, que en su acción solidaria, en su decisión de combate, en su voluntad revolucionaria, frente a la penetración imperialista, a la insolencia capitalista, está la acción unitaria de los trabajadores como el único baluarte capaz de detener la guerra política, la guerra económica y aun la guerra armada.
Los trabajadores unidos, en combatiente solidaridad, podrán levantar en el mundo las banderas de la paz, para que el hombre tenga los derechos humanos y para que la familia tenga la garantía, de vivir en el trabajo, en la cultura y la salud.
Compañeros dirigentes sindicales, el pueblo de Chile acuñó una frase que representa su empuje y decisión ¡¡¡Venceremos!!!
¡Los trabajadores del mundo unidos, vencerán!