OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL III

 

       

LA ASAMBLEA DE LA SOCIEDAD DE LAS NACIONES*

 

La más visible consecuencia de un gabinete laborista británico en la política internacional es, seguramente, la reanimación de la Sociedad de las Naciones. No es, por supuesto, que el Labour Party, en el gobierno de la Gran Bretaña represente sustancialmente un nuevo rumbo en la gestión de los negocios extranjeros de ese im­perio. La Gran Bretaña es un país fundamentalmente conservador en su política; pero en nin­gún aspecto lo es tanto como en el diplomático. Mas el estilo y el espíritu de los conservadores se avenía poco con el pool de empresarios de la Sociedad de las Naciones y de las asambleas de Ginebra. Los ministros conservadores asistían a las reuniones de la Sociedad de las Naciones con un gesto demasiado cansado y escéptico. Los la­boristas, en cambio, entrenan en este campo uno de sus más intactos entusiasmos. En confe­rencias como la de las reparaciones, estarán siempre dispuestos a defender los intereses de la Gran Bretaña, con mayor celo nacionalista que los conservadores, sin exceptuar a Chur­chill; pero en la Sociedad de las Naciones, en debates generales sobre el desarme y el arbitraje obligatorio, pueden consentirse generosos brin­dis pacifistas.

La nota más importante de la décima asam­blea de la Sociedad de las Naciones es hasta ahora la elección de Guerrero, delegado de la República de El Salvador, como presidente del Consejo de la Liga. Y, seguramente, éste es un acto de inspiración británica. Se trata más que de atraer a la política de la Liga a los pequeños Estados, disimulando su carácter de trust de grandes potencias, de acentuar la participación de la América Latina en sus labores centrales. Guerrero, en la Conferencia Panamericana de La Habana, representó como se recordará la resistencia a la política yanqui. Hasta ahora, los Estados Unidos es la única gran potencia capitalista ausente de la Liga, aunque intervenga en todos sus trabajos de colaboración internacional, economía, higiene, trabajo, etc. Y es obvio que, a medida que se acentúe el antagonismo anglo-yanqui, la política de la Gran Bretaña tiene que esforzarse por sacar partido de esta circunstancia. Si bien Norteamérica está habituada a domesticar las veleidades anti-yanquis del nacionalismo centroamericano —se recuerda demasiado los casos Sacasa y Moncada— su diplomacia debe haber recibido con gesto un poco crispado el nombramiento del salvadoreño Guerrero como Presidente del Consejo de la Liga.

En general, la Sociedad de las Naciones se presenta esta vez bastante convalecida de sus crisis. La abstencion yanqui se compensa, en parte, con la activa presencia de Alemania, re presentada por Stresseman, que necesita aprovechar ese retorno de su país a la sociedad internacional, después del largo aislamiento a que la condenó la derrota. La Liga es, por otra parte, el centro de operaciones de Briand, speaker oficioso de los Estados Unidos de Europa.

 

 


NOTA:

 

* Publicado en Mundial, Lima, 6 de Setiembre de 1929, en la sección "Lo que el cable no dice".