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Hugo Miguel Bressano Capacete -nombre de quien fue conocido como Nahuel Moreno- nació el 24 de abril de 1924 en Alberdi, un pueblo agroganadero de la rica provincia argentina de Buenos Aires, en el seno de una familia de clase media alta. Su padre era contador público y sus tíos dirigentes políticos locales de la Unión Cívica Radical, tradicional partido burgués.
La influencia familiar lo hizo combinar actividades sociales y deportivas con sus primeras lecturas políticas. En un relato grabado por Moreno en 1975 dice: "Leí algunos libros socialistas y también de autores fascistas. Pero me gustaba leer filosofía y llegue a conocer bastante bien a Kant".
La familia lo envió a la Capital Federal a cursar en el Colegio Manuel Belgrano, con la esperanza de que después siguiera abogacía. Finalizaban los años '30, conocidos como la "década infame" porque el país se convirtió en una semicolonia inglesa en la que se padeció una importate crisis económica y los gobiernos fueron reaccionarios y represivos.
Pronto comenzaría la Segunda Guerra Mundial y el apogeo del fascismo se sentía en todas partes. En los colegios de Buenos Aires las bandas nazis, organizadas militarmente, atacaban a los judíos. Fue un impacto para el aplicado estudiante Bressano que se hizo un luchador antirracista, en las tribunas y en las peleas callejeras.
Vinculado a la Asociación Cultural Nicolás Vergara, formada por intelectuales y estudiantes, dio sus primeras charlas sobre temas filosóficos. Por medio de esta asociación llegó al Teatro del Pueblo, un reducto de la intelectualidad de izquierda que en aquel entonces estaba en su apogeo. Allí trató con artistas, críticos y escritores de renombre.
El trotskismo argentino se limitaba a unos grupos dispersos, que militaban muy poco. Hacían largas reuniones en los bares y por la noche tertulia, generalmente en el Café Tortoni, de la Avenida de Mayo, a pocas cuadras del teatro del Pueblo. "Entre el '40 y el '43 el trotskismo era una fiesta", diría Moreno.
Sin embargo, sufrían la represión de las bandas nazis y especialmente del stalinismo que dominaba a la izquierda: "Se podía ser fascista, pero ser 'trosko' era el ostracismo, en todos los terrenos".
Un trabajador marítimo, de apellido Faraldo, detenido-deaparecido por la dictadura militar de 1976, lo ganó para el trotskismo a pesar de su resistencia: "Odiaba la política. Me gustaba mucho la matemática y la filosofía. Otra pasión mía era la crítica de teatro".
Bressano entró al grupo dirigido por Liborio Justo, "Quebracho", pionero del trotskismo en la Argentina e hijo nada menos que del ex presidente de la Nación Agustín P. Justo.
Tomando elaboraciones de Trosky, Quebracho fue el primero que planteó correctamente que, en América latina y en la Argentina, la primera tarea revolucionaria es la liberación nacional. El bautizó a Bressano con su seudónimo: Nahuel, que en idioma indigna araucano, significa tigre, y Moreno por el color de su pelo.
Moreno abandonó muy pronto a Quebracho. A los 20 años con algunos amigos adolescentes de la Asociación Vergara fundó en 1944 el Grupo Obrero Marxista. El documento precursor se llamó El Partido. En medio de citas filosóficas, que Moreno acostumbraba utilizar en aquella época el documento señaló claramente la decisión histórica de abandonar la "fiesta": "Nos empalmaremos en el movimiento obrero, acercándonos y penetrando en las organizaciones donde este se encuentre, para intervenir en todos los conflictos de clase".
El GOM se formó en el barrio judío pobre de Villa Crespo, en la capital, utilizando el bar Carlos Gardel y la pizzería Nápoles, ambas en la Av. Corrientes como lugares de reunión.
Entre los fundadores que acompañaron a Moreno estaban: Boris, que era obrero textil; su hermana Rita, de 15 años obrera y dirigente sindical gráfica; Daniel Pereyra, que trabajaba en el mismo gremio; Mauricio, sindicalista del vestido, y Abrahamcito que trabajaba como empleado público y era el segundo teórico, después de Moreno.
Consecuente con ese análisis el Grupo Obrero Marxista orientado por Moreno se ligó a la clase obrera en Avellaneda, en esa época la ciudad industrial mas importante de la Argentina.
Moreno viajó por primera vez a París en 1948, cuando contaba con 24 años, como delegado del POR al II Congreso de la Cuarta Internacional. El mundo de la posguerra estaba en ebullición. Las guerrillas chinas de Mao Tse Tung estaban por tomar el poder. Media Europa había quedado ocupada al cabo de la guerra por el Ejército Rojo y estaban en formación nuevos Estados Obreros. Un explosivo proceso de Liberación Nacional sacudía al Sur y al Sudeste Asiático, al Mundo Arabe y a toda Africa.
Los dirigentes de la Cuarta, entre los que estaban el griego Michel Raptis (Pablo), los ingleses Healy y Hunter, el belga Mandel, los franceses Frank y Lambert, el italiano Maitán, el chino Peng, los norteamericanos Cannon, Hansen, Farrel Dobbs y Novack, intentaban sacrificadamente poner en marcha la organización sin la mano orientadora de Trotsky. Moreno se sumó a la tarea.
Un ala de los camaradas se inclinaba por no reconocer el carácter de Estados Obreros a Polonia, Hungría, Checoslovaquia y demás países del Este Europeo, dado que sus transformaciones se hacían "en frío", burocráticamente, sin revoluciones obreras ni direcciones bolcheviques como la que existió en el Octubre ruso.
Pablo, su discípulo Mandel y Moreno estuvieron entre los que decididamente encabezaron el reconocimiento de esos Estados Obreros como una conquista de las masas, a pesar de que nacían de un modo atípico y deformados por la burocracia.
Luego de una polémica, en la que Moreno tuvo destacada participación, la Cuarta se inclinó oficialmente por el reconocimiento. Esto ayudó al progreso del trotskismo, que pudo dar una respuesta correcta a un hecho decisivo de la posguerra: los nuevos Estados Obreros eran grandes triunfos de la revolución, que debían ser defendidos de toda agresión imperialista.
Pronto, sin embargo, la Cuarta entraría en crisis. Se vivía la época de la llamada "Guerra Fría" entre la URSS y Estados Unidos. Los partidos comunistas tenían entonces, un enorme prestigio por la derrota de Hitler, las transformaciones del Este europeo y la lucha de Mao en China.
El pablismo -nombre que se dio a la dirección cuyos ejes eran Pablo, Mandel y otros camaradas- analizó que el estallido de la tercera guerra mundial era inevitable. Supuso que los partidos comunistas, obligado a defender a la URSS, se harían revolucionarios. Y decidió que los trotskistas debían practicar el "entrismo" en ellos, cosa que efectivamente hicieron muchos grupos europeos, durante veinte años.
La orientación significó una capitulación a la burocracia stalinista, que se haría extensiva poco después a otras direcciones burguesas y pequeño burguesas. Eso provocó que por muchos años el trotskismo prácticamente desapareciera de Europa.
Moreno había sido, como él señaló, "un pablista de la primera hora" porque estuvo junto a Pablo y Mandel en el debate sobre los Estados Obreros, acompañándolos también en su planteo de que la Cuarta debía ser un partido mundial centralizado. Pero de inmediato los enfrentó cuando juzgó que capitularon al stalinismo. Se opuso a su teoría de la "guerra inminente" y sobre todo al análisis de que los partidos comunistas se harían revolucionarios. Respecto al "entrismo" Moreno afirmó que los trotskistas podían, para ligarse a las masas, entrar a los partidos donde ellas estuvieran pero para romperlos, peleando desde adentro contra sus direcciones ya que jamás dejarían de ser contrarrevolucionarios.
Para Moreno, la capitulación se hizo particularmente patética en Bolivia. La clase obrera del altiplano había logrado construir sindicatos revolucionarios, que libraron grandes luchas y crearon milicias armadas. En 1952, se produjo una insurrección y las milicias obreras derrotaron a las fuerzas armadas burguesas. Los soldados desertaron y se pasaron al pueblo con las armas. Los sindicatos formaron la Central Obrera Boliviana (COB). La única fuerza armada del país eran las milicias obreras y campesinas. En ese proceso, el trotskismo, nucleado en el POR boliviano, había alcanzado influencia de masas. Moreno planteó que el POR boliviano, debía luchar por lograr que la COB y las milicias tomaran el poder. Su consigna fue: "Todo el poder a la COB". Pero Pablo, Mandel y el Secretariado de la Cuarta, junto a los dirigentes del POR boliviano, apoyaron al gobierno burgués de Paz Estenssoro que fue en definitiva el enterrador de la revolución obrera. Moreno consideró que la capitulación del pablismo a una dirección nacionalista burguesa en Bolivia hizo perder al trotskismo la mayor oportunidad de dirigir una revolución obrera y convertirse en una corriente internacional de masas.
El pablismo provocó la crisis de la Cuarta no sólo por esta política revisionista capituladora, sino por sus métodos burocráticos. Bajo su conducción el partido mundial centralizado degeneró en una organización vertical, donde el Secretariado imponía burocráticamente sus decisiones a las secciones nacionales.
El partido de Moreno había sido víctima de esos métodos. Los pablistas reconocieron como sección oficial argentina al pequeño grupo de Posadas, incondicional de Pablo. Al POR de Moreno le dieron la categoría de simpatizante, a pesar de haber acreditado su penetración en el movimiento obrero con la firma de cincuenta dirigentes sindicales de primera línea.
Llegando al colmo de los métodos burocráticos en 1953, Pablo expulsó de la Cuarta Internacional a la mayoría de la sección francesa, que se oponía a su política de entrismo al PC, y atacó sus locales. En solidaridad con los camaradas franceses, Moreno rompió relaciones con el Secretariado Internacional pablista.
La crisis condujo a la división de la Cuarta, produciéndose un alineamiento de fuerzas. De un lado quedó el pablismo, del otro se formó el Comité Internacional y unos pocos partidos quedaron desde entonces al margen de ambos, aislados del movimiento mundial.
Moreno se sumó al Comité Internacional. La dirección de este fue ejercida por el Socialist Worker's Party (SWP) de los Estados Unidos. Con su vieja dirección obrera de Dobbs, Cannon y Hansen, que había participado en las grandes luchas sindicales norteamericanas y a la que Trotsky desde su exilio en México había ayudado directamente, era en ese momento el partido de mayor tradición proletaria del trotskismo. Moreno se consideraba discípulo de esos dirigentes, particularmente de Hansen.
Pese al reclamo de Moreno, el Comité Internacional no se organizó como un partido mundial, democráticamente centralizado. El SWP impuso que fuera una federación de partidos con una organización laxa. Por esto según Moreno, el Comité Internacional no logró derrotar políticamente al pablismo, que siguió actuando como una fracción internacional. De ese modo, la crisis de la Cuarta no tuvo solución. De la crisis de la Cuarta provocada por el pablismo Moreno sacó conclusiones definitivas: "En la Internacional pasaba algo parecido a lo que había sucedido en el movimiento trotskista argentino. Estaba en manos de una dirección no proletaria, con su base social en la intelectualidad europea y con todos los vicios de las corrientes pequeñoburguesas."
Como parte del Comite Internacional, Moreno y otros camaradas organizaron un Comité Latinoamericano, que poco después se convirtió en el Secretariado Latinoamericano del Trotskismo Ortodoxo (SLATO), editando la revista Estrategia, dirigida por Moreno.
El SLATO actuó en Argentina, Chile, Bolivia y Perú como una dirección centralizada para intervenir en la región y gracias a eso, desempeño un papel muy importante en los acontecimientos peruanos.
Posteriormente continuó su lucha nacional e internacional por la construcción de la IV Internacional. En Argentina funda el PRT, luego PRT -La Verdad, y el PST. Posteriormente con la afirmación de la dictadura fascista de 1976 sale al exilio y se establece en Colombia donde impulsa la fundación del PST colombiano y desarrolla una importante labor, tanto para sostener el partido en la clandestinidad en Argentina como para desarrollar secciones nacionales en decenas de países de Europa y América. Luego de la guerra por Malvinas en 1982 regresa a la Argentina para fundar el Movimiento al Socialismo - MAS y en 1985 la Liga Internacional de los Trabajadores - Cuarta Internacional (LIT-CI).
El de Moreno fue, como él lo denominó, un "trotskismo bárbaro". Hecho sin el respaldo ni la guía firme de una organización ni dirección internacionales, condenado por eso mismo, a cometer muchos errores y a empezar una y otra vez. Avanzó defendiendo los principios básicos y sencillos de Marx, Lenin y Trotsky: el internacionalismo y la confianza en que la clase obrera hará la revolución mundial. Moreno murió a los 62 años dejando inconclusa su lucha de 40 años por la construcción de un Partido Mundial de la Revolución Socialista con influencia de masas.
En el marco de la polémica con la mayoría de la dirección de la IV Internacional, en vísperas del X Congreso (1974), Moreno elaboró un largo trabajo titulado "Un documento escandaloso". La última página nos ofrece en apretada síntesis, la posición de Moreno sobre el rol histórico de la internacional trotskista que a la luz de la última década es importante rescatar por su perspectiva histórica:
"Hemos terminado. Sólo nos queda una aclaración por hacer. La construcción de un partido revolucionario mundial de los trabajadores es, ya lo hemos dicho, la más grande tarea que se haya planteado nunca al ser humano. Por su inmensidad, y por los poderosísimos enemigos que enfrenta, es una tarea muy larga y muy difícil. Somos un puñado de militantes que enfrentamos, con la única arma moral de nuestra confianza incondicional y ciega en el movimiento de masas y en la clase obrera, al imperialismo y a la burocracia: una clase y una casta que han concentrado en sus manos el poderío más grande de que tenga noticias la humanidad.
"Los nuevos camaradas que apenas ahora se enteran, en medio de una discusión muy dura y violenta entre dos fracciones de todas las luchas anteriores, tanto o más duras y violentas; los nuevos camaradas que ven que estamos frente a una nueva crisis; los nuevos camaradas que ven la tremenda cantidad de errores que ha cometido la IV Internacional en los últimos veinticinco años; estos nuevos camaradas tienen todo el derecho a preguntarse, y muchos lo hacen, para qué seguir dentro de esta Internacional. Queremos responderles lo siguiente: lo que hemos vivido hasta ahora es la prehistoria del Partido Mundial Revolucionario de los Trabajadores. Pese a todos sus errores, esta Internacional ha tenido un mérito gigantesco; en medio de la más feroz persecución de la burguesía y la burocracia estalinista ha conservado para el movimiento obrero y de masas toda la experiencia adquirida en más de un siglo de lucha. Una experiencia cuya perdida hubiera atrasado por varias décadas el desarrollo de la revolución socialista. Una experiencia que se sintetiza en una teoría, la de la revolución permanente, un programa, el programa de transición, y una organización, el partido leninista-trotskista. Por el solo hecho de haber conservado estas herramientas de lucha del movimiento obrero y de masas, aun esta etapa prehistórica está en la historia de la humanidad.
"Pero ahora estamos dejando la prehistoria y entramos en la historia de la IV Internacional. El movimiento de masas ha entrado en el más colosal ascenso que se haya conocido; el sistema capitalista mundial, el imperialismo, sigue debatiéndose en una crisis dramática, cada vez más profunda, que expresa su decadencia y su putrefacción definitiva; décadas de experiencia de las masas con el stalinismo y el reformismo las aproximan, cada día más, a romper definitivamente con ellos; ya no hay ningún obstáculo histórico entre la IV Internacional y las masas: desde 1968 estamos en condiciones de comenzar a construir partidos trotskistas con influencia de masas en cualquier rincón del mundo: el Partido Mundial Revolucionario de los Trabajadores ya no es sólo una necesidad histórica de esta etapa de transición: ya existen las bases objetivas para construirlo. Y todos esos errores, divisiones, y agrias discusiones del pasado y del presente, no son más que los dolores de parto de ese partido mundial con influencia de masas. La IV Internacional que nosotros conocemos es, a la vez el embrión y la partera de ese partido. Por eso estamos en ella y por eso seguiremos en ella".
Escrito: Por Patrico Vallejo.
Primera edición: Correo Internacional, 1988.
Digitalización: Patricio Vallejo, Grupo Socialista Guernica.
Esta edición: Marxists Internet Archive, septiembre de 2001.